14 de abril de 2014

Sembrar amigos para cosechar aventuras (y más amigos)

Mi ausencia de estas páginas no fue debida a crisis alguna: sencillamente, anduve el fin de semana parrandeando bastante y no tuve tiempo, fuerzas ni ganas de acercarme hasta aquí. Pero hoy, que ya es lunes, que ya bajó la adrenalina, que volvió el agua al edificio (¡alabado sea Poseidón o cualquier otro dios acuático!) y que los días claramente ya han comenzado a acortarse (snif), vengo para proseguir con mi firme propósito de este año: escribir a diario (o con la mayor frecuencia posible, convengamos...) en este blog. Y entonces, hoy, aprovechando los "eventos" del fin de semana, quiero hablar de la amistad y de las cosas que ésta propicia, bien entendida. 
Durante muchos años, casi no tuve amigos. Es decir, tenía una sola amiga y muchos conocidos. Circunstancias que no explicaré ahora aquí (pero que sí retraté en mi novela autobiográfica ya citada), hicieron que un día dejáramos de serlo. Para ese entonces, ya tenía otra amiga y otra gran tanda de conocidos, algunos más o menos cercanos, pero hasta ahí. Fue recién cuando empecé a trabajar aquí en La Plata (gracias, precisamente, a un amigo) que comencé a tener más amigos, tímidamente al principio, más y más a fondo a medida que las sesiones de terapia se sucedían y surtían efecto (tarde o temprano, lo hacen). Muchos de esos nuevos amigos fueron (son y siguen siendo) mis compañeros de trabajo. Con algunos, somos más amigos, con otros menos, pero la mayoría es amiga de uno u otro y compartimos muchas cosas fuera del entorno laboral. Pero, gracias a los cambios operados por el silencioso terremoto psi, otros amigos (y no ya conocidos más o menos cercanos) comenzaron a aparecer en el horizonte y a traer cosas maravillosas a mi vida, como, por un lado, la demencia más maravillosa y más tierna propalada desde Vonnegut Libros y, por otro, la camaradería y excepcional buena onda surgida del Abajo el "Sí tendría..." y otros crímenes lingüísticos, grupo de Facebook que co-coordino desde hace algún tiempo y del que quería hablarles hoy (en otros post hablaré de los pejelagartos, está claro).
El abajismo nació hace unos cuatro años de la mano de uno de mis amigos más queridos, el señor Cristian Vaccarini, quien no sólo estuvo presente en momentos de mi vida en los que un amigo era indispensable sino con quien también ya habíamos compartido una maravillosa aventura literaria entre el 2002 y el 2006, La Granda Milito, otra cosa de la que deberé hablar en algún momento (y re-difundir y, por qué no, re-fundar o re-crear, ya veremos). La misión del abajismo es la defensa de la escritura correcta (o si se quiere, de la escritura más adecuada según los contextos), en todos los ámbitos, pero especialmente en los medios de comunicación masivos. Así, toda vez que nos topamos con alguna barbaridat en las versiones on line o en papel de los diarios, en los zócalos de los noticieros, etc. la mostramos en el grupo, corregimos el gazapo y luego el intercambio de mensajes deriva hacia quién sabe dónde, siempre con humor y respeto. Tan genialmente derivativo es todo que un día del año pasado alguien dijo algo como "y por qué no nos juntamos así nos vemos las caras y nos tomamos unas cervezas" y ¡zas! En menos de lo que se necesita para contarlo, nació la Primera Reunión Abajense, celebrada en una pizzería de la ciudad de "los diagonales" (id est, La Plata) y luego se sucedieron reuniones en Quilmes, Chascomús y ¡ayer nomás! en la ciudad de General Belgrano, provincia de Buenos Aires.
Ésa fue, precisamente, la razón por la cual no me allegué hasta aquí y lo que sí me hizo allegarme hoy: todo el tiempo pensaba ayer, mientras charlábamos, comíamos un asado de aquellos (cursivas y negritas de énfasis, sí), visitábamos el maravilloso restaurant "El Almacén" (ver foto infra) y recorríamos el pueblo, que nada de todo eso hubiera sido posible sin los divinos lazos de la amistad que, también hay que decirlo, más allá de lo personal, la virtualidad de Facebook, bien usada y bien entendida, fomenta de una manera tan espectacular que personas que nunca se habían visto en la vida de pronto están charlando como si se conocieran de toda una eternidad y se embarcan en aventuras que jamás se les hubieran ocurrido de no haber habido allí alguien con una idea, un deseo y mucha gente dispuesta a seguir esa idea y cumplir lo mejor posible ese deseo.
Por eso quiero brindar hoy (aunque ya lo hicimos ayer) por el abajismo, por la amistad, por la camaradería y por el placer de juntarse y pasarla bien con los amigos de siempre y con todos los nuevos amigos que se van sumando reunión tras reunión. ¡Por ustedes, abajenses!

El abajismo en pleno. Imagen: Andrea Arbeleche (2014)

Los cocós juntos. Imagen: Susana Luisa Anahí Vidal (2014)

Restaurant "El Almacén" (Gral. Belgrano). Imagen: Analía Pinto (2014)

Río Salado (Gral. Belgrano). Imagen: Analía Pinto (2014)

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