19 de agosto de 2009

Libros terapéuticos

Me tendrán que perdonar los lectores habituales de este blog así como sus followers estos excursos por la vía netamente personal. Hoy las únicas curvas y los únicos desvíos que me interesan son los que transita mi espíritu, una vez más "bamboozled by love" (*). El que dijo que abril era el mes más cruel, se equivocaba. En mi caso, parece que es agosto nomás el que se lleva todas las palmas en lo que a crueldad se refiere. Y para colmo se terminó el veranito que estábamos viviendo hasta hace poco y hoy volvió el frío, el gris, la intemperie... Extranjera a la intemperie, así me sentí ya saben cuándo. Extraña, ajena, lejana. Más lejana que Alina Reyes que es la reina y... Pero no me sentí sola ni desahuciada ni desolada. Extraña paradoja que al momento de enfrentar la verdad cruda y pura no me sintiera más desvalida, desasida, rota para siempre, como solía sentirme antes.
Pero me estoy desviando, una vez más. Y ahora me pregunto: ¿esto, lo del domingo, también fue un desvío? Quizás. Porque en mis planes no estaba. En mis planes el reencuentro era soñado, era perfecto, era fantasmalmente irreal. En mis planes sólo cabía un reencuentro de novela, de telenovela, de folletín, de novelín de Corín Tellado, y lo digo sin ninguna vergüenza. Soy y siempre he sido una romántica absurda, ingenua, batallante y apasionada. Una militante del romanticismo a cualquier precio (así me va, claro). Una idiota absoluta, una fantástica pelotuda en lo que a cuestiones amorosas se trata. Pero no me importa, porque no pienso dejar de creer, ni de ilusionarme ni de querer querer y querer que me quieran. Así me haga bolsa de nuevo contra éste u otros muros de hipocresía y frialdad. Contra la misma cara de las mentiras y de las verdades a medias y de todos los entredichos habidos y por haber. No pienso dejar de creer en todo, hasta en las dedicatorias, como decía Baldomero.
Ya que el reencuentro (llamarlo así es una falta de respeto a tan bella palabra, pero no sé qué otro nombre ponerle a lo que nunca supe cómo nombrar y a lo que siempre me afané y esforcé por nombrar en todos mis poemas) no fue como mi mente enamorada y mi corazón agónico y mi cuerpo extático lo esperaban, debo recurrir, una vez más, a lo que hace ya un tiempo denominé "libros terapéuticos" y que no son, como su nombre pudiera indicar, los típicos manuales de autoayuda. Bah, en realidad sí, pero no están escritos por Osho, Bucay y otros embaucadores famosos sino por escritores, por pares, por almas gemelas a través de la historia y los siglos.
Son esos libros que uno sabe que los abra por donde los abra encontrará siempre un gramo de sabiduría, encontrará consuelo, encontrará perdón, explicación, causa y efecto de todos sus malditos pesares. Son, por lo general, esas novelas con cuyos personajes nos identificamos hasta la saciedad, que leemos sin parar, que podemos releer quinientas veces sin cansarnos jamás. Son, por lo general, de esos autores que leímos en la adolescencia cuando somos una esponja que lo absorbe todo sin tasa y sin filtro, cuando somos una tabula rasa al raso, que de a poco se va llenando de lecturas, conflictos, pesares y experiencias.
Son esos libros que nos marcaron un camino, que como una madre o un amigo comprensivos nos restañaron las heridas y nos secaron las lágrimas en los momentos de zozobra extrema. Son los que nos acompañarían hasta el fin del mundo, los que salvaríamos de una catastrófe sin dudarlo o los que aprenderíamos de memoria si se cumpliera la profecía de Bradbury. Son esos libros que nos ayudaron a crecer como seres humanos pensantes y no como meras máquinas de reproducir conductas y estados políticamente correctos (ya saben lo que pienso de la corrección política...). Son los libros que, ay, hay que decirlo, uno quisiera haber escrito, aquellos por los que se muere de sanísima envidia, los mismos que nos empujan a escribir (y si un libro os da ganas de escribir, amigos, es que está maravillosamente bien escrito y ha cumplido con su cometido).
Así, hoy quiero compartir algunas citas-curitas, algunas citas-carilinas, algunas citas para recomponer las trizas de mi alma y salir a perseguir, ahora sí (algún día tenía que ser, está claro), todos mis pedazos, todos mis sueños, todo lo que está en germen pugnando (¿existe verbo más bello?) por salir de una vez por todas.
Si quieren compartir sus propios libros terapéuticos, serán muy bienvenidos.

ü “Lo que es más importante, jamás se permite que en la soledad la mujer sea ella misma (a pesar de que bien sabe cuán infelices son sus amigas casadas). Vive como si estuviese siempre al borde de una gran realización. Como si estuviese esperando que el Príncipe Encantado la arranque “de todo esto”. ¿Y qué es todo esto? ¿La soledad de vivir en el ámbito de su propia alma? ¿La certidumbre de ser ella misma y no la mitad de algo diferente?”

ü “Sólo quería recordarme lo que me había dicho muchas veces:

—Usted no es una secretaria, sino una poetisa. ¿Por qué cree que su vida debe ser simple? ¿Qué le hace pensar que puede evitar todos los conflictos? ¿por qué supone que puede evitar el dolor? ¿O la pasión? Bien puede decirse algo a favor de la pasión. ¿Jamás se tomará libertades para perdonarse luego?”

ü “En mi caso nada es real hasta que lo escribo —corrigiéndolo y embelleciéndolo a medida que lo desarrollo. Siempre estoy esperando que las cosas concluyan para llegar a casa y pasarlas al papel.”

Erica Jong, Miedo a volar.

ü “Si escribiera esta novela, el tema principal quedaría soterrado al comienzo, y sólo más tarde iría predominando. El tema de la esposa de Paul, de la tercera persona. Al principio, Ella nunca piensa en esa mujer, pero luego tiene que hacer un esfuerzo deliberado para apartarla de su mente. Esto ocurre cuando ella se da cuenta que su actitud es despreciable: se siente triunfadora, satisfecha de haberle quitado a Paul. Entonces se horroriza y avergüenza tanto, que rápidamente esconde sus sentimientos. No obstante, la sombra de la tercera persona vuelve a alzarse y le resulta imposible no pensar en ella. Reflexiona mucho sobre la mujer invisible a la que Paul siempre vuelve (y junto al la cual siempre acabará volviendo) y no tiene sensación de triunfo sino de envidia.”

ü “Y, mientras está allí, contemplándose a sí misma comprendió que aquella locura estaba relacionada con el extravío que le impidiera comprender que la aventura debía terminar, irremediablemente, en la ingenuidad que la había hecho tan feliz. Sí, aquella estúpida ingenuidad suya, y su fe, y su confianza, la condujeron, lógicamente, a permanecer de pie junto a la ventana, esperando a un hombre que ella sabía muy bien, no iba a regresar.”

ü “Me causa miedo el hecho de que, cuando escribo, parece que tengo un terrible sexto sentido o algo así, cierta intuición. En esos momentos, empieza a trabajar en mí un tipo de inteligencia que en la vida ordinaria sería demasiado dolorosa, pues me sería imposible vivir si la usara en la vida.”

Doris Lessing, El cuaderno dorado.

ü “Esto es una locura pasada de moda que ningún novelista moderno se atrevería a escribir, se decía. El enamoramiento no es político. Y tampoco es rentable. El enamoramiento no es una historia, es una retahíla de emociones descontroladas. Una traición a todo, incluso al feminismo. Algo que no le interesa a nadie. Le pasa a mucha gente, decía Natalia, te crees protagonista de una relación que, hoy en día, es habitual. Señora independiente que ama a señor casado, nada más.”

ü “Las sensaciones que tenemos después de haber amado, la mezcla de placer y dolor, el punto concentrado en algún lugar del cuerpo..., el agudo sentimiento de gozo y melancolía, explicar la oscura emoción, compenetración viva, insensata, pueril, felizmente inocente que nos envuelve bajo el misterio de la inconsciencia... “

Montserrat Roig, La hora violeta.

ü “... los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.”

ü “Todos necesitamos que alguien nos mire.”

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser.

ü “¡Tú no podías atrapar por tí misma la presa, pero podías esperarla!”

August Strindberg, La más fuerte.

ü “¡Qué día gris, triste, funesto aquel en que el amante se da cuenta de pronto de que ya no está poseído, de que está curado por así decirlo, de su gran amor! (…) El sentimiento de alivio que engendra ese despertar puede a uno hacerle creer con toda sinceridad que ha recuperado su libertad. ¡Pero a qué precio! ¡Qué libertad tan pobre! ¿No es una calamidad volver a contemplar el mundo con la mirada cotidiana, con el discernimiento de todos los días? ¿No es doloroso encontrarse rodeado por seres conocidos y vulgares? ¿No es espantoso pensar que uno tiene que seguir adelante, como dicen, pero con piedras en las entrañas y guijarros en la boca? ¿Encontrar cenizas, nada más que cenizas, donde antes había soles resplandecientes, maravillas, magnificencias, una maravilla tras otra, una magnificencia tras otra y todo creado espontáneamente como por alguna fuente mágica? Si hay algo que merece ser llamado milagroso ¿no es el amor? ¿Qué otro poder, qué otra fuerza misteriosa existe que pueda investir a la vida de un esplendor tan innegable?”

Henry Miller, Nexus.

(*) "Bamboozled by love" es un tema de Frank Zappa, cuya traducción podría ser "embaucado por el amor".

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