27 de julio de 2009

Curvas en el museo

Los museos son otros de esos lugares que ejercen sin tasa su fascinación sobre mí, como las bibliotecas, las iglesias y otras construcciones arquitectónicas ciclópeas por el estilo. Y si bien es cierto que, para la mayoría de la gente, nada divertido puede haber en un museo (como ya dijera Homero Simpson, "todas las cosas divertidas terminan en "manía" o "teria", no en "eo"), infiero que este descrédito se debe, cómo no, al desconocimiento. Se cree que los museos son inventos del mundo moderno, con su positivista y bendita necesidad de clasificar, ordenar y conservar todo aquello que sea digno de ser conservado y se olvida, una vez más, el origen etimológico del término: el museo era el lugar dedicado a las musas, no sólo las inspiradoras de vates y poetas, sino también las guardianas de la memoria.
Guardamos en un museo todo aquello que deseamos que las generaciones venideras conozcan, porque sabemos que el tránsito de esos objetos será pasajero en esta tierra. Y así también lo creían los antiguos, cuando en los primitivos templos guardaban, atesoraban objetos raros y de gran valor, objetos que no podían estar al alcance de los profanos, aún cuando resultasen indispensables para su iluminación. Todo esto viene a cuento de las fotos que quiero compartir con uds. a continuación, nuevamente esculcadas de Curious Expeditions, y todas pertenecientes a distintos museos y a la biblioteca de la ciudad de Viena (Austria), donde nunca fui y donde ya mismo quisiera estar (encima allá es verano...!):


Biblioteca Nacional de Viena (Austria)



Museo de Globos Terráqueos de Viena (Austria)


Engranajes del reloj astronómico, Museo del Reloj de Viena (Austria)

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