20 de marzo de 2009

La curva circunferencia del mundo (no su ombligo)

Afortunadamente, soy muy curiosa. Todo (o casi todo) me interesa. Parte de eso es lo que intento reflejar en este blog. De la vastedad de cosas que componen el mundo, el universo y alrededores, elegí dos vectores, por así decirlo, que ejemplo pueden ser de todos los demás. Las curvas, los desvíos. Ya se sabe, pero no está de más aclararlo, ya que como dice la Señora, "el público siempre se renueva". 
Pero nunca imaginé, al fundar este blog, que iba a darme el lujo de reflejar noticias, sucedidos y otras yerbas de disciplinas tan lejanas (al parecer) de la poesía y la literatura como, en el caso que hoy nos ocupa, la astronomía. Remarco el "al parecer". 
Hubo un tiempo que fue hermoso y los saberes estaban hermanados entre sí; sólo la filosofía era la reina de todos ellos y todos ellos tributaban a ella como los ríos que siempre van a dar a la mar (como nosotros). Los hombres de aquel tiempo y aquella tierra (la Magna Grecia, la lasciva Roma) eran hombres orquesta. No sólo sabían de astronomía, como Eratóstenes, sino que también dominaban otras ramas de saber con la misma prestancia y destreza. ¿Por qué hemos perdido ese don? ¿Por qué seguimos tributando al negativo positivismo del siglo XIX y sus compartimientos estancos? ¿Por qué no nos rendimos a la evidencia de que todo tiene que ver todo, más allá del chiste que la frase propulsa?
Y digo esto porque a través de esta alerta de Google, una vez más, me entero de varias cosas. Que el 2009 es el año de la Astronomía. Que se recreó el experimento que el astrónomo -pero también poeta, orador, matemático, filosófo, etc.- Eratóstenes realizó hace varios siglos para determinar el perímetro y el diámetro aproximado de la tierra. No de una bolita lechera sino de la Tierra... Y me entero de que el experimento se recreó con chicos de escuelas de diferentes ciudades argentinas; es decir que, por una vez, la física, la geometría, la matemática, la trigonometría no fueron fríos números y fórmulas imposibles de recordar anotados en un papel sino que fueron descubrimiento, asombro y experiencia en acción. 
Cuánto me hubiera gustado participar en algo así cuando yo iba al colegio y sufría -el verbo no es exagerado- en las clases de Matemática o Física, sin haber comprendido jamás ni una palabra -de las pocas que se decían, claro- y siempre preguntándome para qué corno me iba a servir eso en la vida... Bien, cosas como éstas demuestran para qué sirve y cómo, una vez más, no hay nada que venga de la nada ni hay estuches que lo separen todo sino vasos comunicantes, sistemas vasculares y linfáticos, ríos subterráneos, corrientes de agua dulce y fresquísima que, como nuestros impulsos nerviosos, viajan por todo el mundo y se interconectan... exactamente igual que "la red" y sin necesidad de ningún cable. No es casual, entonces, que a este mundo cibernético lo llamemos red, ¿no es cierto?
Agradezco, entonces, no haber perdido ni un ápice de la misma curiosidad que tenía cuando era niña y quería comprenderlo todo. Todavía quiero hacerlo. Sólo que ahora pretendo también compartirlo con otros, hasta donde me sea posible.

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