13 de febrero de 2008

El desvío y la transgresión

Un amigo virtual, presente ya en esta petit blogosfera (ver "Pensamientos desviados"), me envía un artículo sugestivamente titulado "El desvío como negación y preludio", perteneciente a un movimiento de vanguardia de fines de los años '50, cuya existencia ignoraba hasta hoy (y eso que las vanguardias históricas y no históricas siempre me interesaron sobremanera), llamado "Internationale Situationniste".
Lo relevante del artículo, relevante para mi actual desvío -que es este blog, que amable y astutamente me desvía de mi escritura troncal: la poesía, los relatos, mi novela- es su primer párrafo (tal y como suele suceder en la mayoría de los casos: los autores, sobre todo los de corte académico, disparan sus mejores balas en los primeros párrafos y el resto no es más que los residuos sonoros del estampido, el humo que aún sale del revólver, el aroma a pólvora detonada y estallada contra algún cuerpo, objetivo, pared o aire simplemente), que cito hic et nunc:

"El desvío, es decir, la reutilización en una nueva unidad de elementos artísticos preexistentes, es una tendencia permanente de la vanguardia actual, tanto antes como después de la constitución de la I.S. Las dos leyes fundamentales del desvío son la pérdida de importancia -llegando hasta la pérdida de su sentido original- de cada elemento autónomo desviado, y la organización al mismo tiempo de otro conjunto significativo que confiere a cada elemento su nuevo sentido." (*)


Signíficase, a mi modesto entender, que la práctica del desvío hace que, al menos en el campo del arte, el camino original (o lo que ayer denominé ligeramente 'nomos', trasliteración no literal de la palabra griega que refiere a la ley, la norma o aquello que posibilita la fundación de tales instancias) del que se desprendió esa opción termine perdiendo toda relevancia en tanto su sentido original se licúa en los vericuetos, desviados, corridos, del desvío. Por ejemplo, se me ocurre que ello podría suceder con la parodia de una parodia, donde el objeto original ha dejado de ser el objeto a parodiar puesto que lo que se parodia es, precisamente, su parodia.
Al mismo tiempo, como sostiene el artículo, esa nueva parodia, para seguir con el ejemplo, instaura una nueva red de significados, pasibles de ser desviados a su vez, es decir, parodiados, tomados en otro sentido, puestos en otro contexto... y aquí llegamos a uno de los mecanismos fundamentales de cualquier procedimiento de vanguardia: la descontextualización, o bien, la recontextualización de un objeto en un nuevo contexto, que lo inviste de nuevas significaciones: las que traía de su contexto anterior se modifican y readaptan; las nuevas surgen de su contacto con un hinterland, por así decirlo, que no le es propio. De allí a la poesía, hay sólo un paso.
O, mejor dicho, de allí al discurso lírico hay un sólo paso, al menos en la visión de autores como Karlheinz Stierle, quien sostiene que la poesía es, simplemente, "la transgresión de un esquema discursivo preexistente". ¿Un ejemplo contundente? El "Exvoto a las chicas de Flores" de Oliverio Girondo, pero podría citar cientos (**). Cualquier poema logrado, cualquier poema en el que la poesía acontezca ha transgredido de uno u otro modo, un esquema discursivo preexistente. La famosa "Carta del vidente" de J. A. Rimbaud es otro ejemplo cabal de esto que digo. Y no está escrita en verso, precisamente. Ni con alineación centrada.
Y ahora que lo pienso: transgresión = desvío.
Y así volvemos al comienzo de este post después de haberme ido, precisamente, por el desvío de la poesía y, lo mejor de todo, sin haberlo previsto cuando empecé a escribir esto.
Eso sí que es un auténtico y maravilloso desvío.

AP

rumiante y curvilínea

(*) Aparecido en 1959 en Internationale Situationniste, # 3. Traducción extraída de Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, 1999.

(**) ¿En qué sentido Girondo transgrede un esquema discursivo preexistente en ese texto? El título nos da la clave: lo llama "exvoto", que es un tipo de texto de corte religioso, y cuando accedemos al texto girondino vemos que cualquier religiosidad ha sido dejada de lado e incluso el texto es francamente procaz y provocativo. Esa es apenas una primera manera de transgredir un esquema discursivo en el sentido que lo plantea Stierle. Así trabaja la mayor parte de la buena poesía, de la poesía que trasciende y va más allá, justamente porque en su ser intrínseca está la transgresión como primer mecanismo generador.

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