24 de diciembre de 2008

Merry christmas con un viejo texto

Perdonarán mi holgazanería y pereza, pero en lugar de presentarles un texto brand new escrito para la ocasión, tengo ganas de compartir con uds. un desopilante editorial de mi querido boletín "La Granda Milito", escrito junto con Cristian Vaccarini en diciembre de 2004. La inclusión de este texto aquí no es ociosa ni banal, ahora que es posible que Cristian y yo volvamos a trabajar juntos y reflotemos, quizás, una de las secciones más maravillosas de aquella quijotada que duró más de lo que todos pensábamos y que siempre extrañamos mucho... Los tendré al tanto, puesto que puede ser el inicio no sólo de una bella amistad sino de otra faceta (¿otro desvío? ¿un nuevo y excitante meandro?) de mi carrera como escritora...
Feliz Navidad y que sus deseos los colmen de más deseos.


Querido Papá Noel:

Desde acá, un pedacito al sur de la Tierra, dos escribientes por quincena se dirigen a vos para pedirte que esta vez no pases tan raudamente como de costumbre. O en todo caso, que lo hagas, pero no sin antes llevarte en tu bolsa algunas cosas y personas que quisiéramos ver desterradas para siempre.
No seas malito, y andá colmando tu gran saco rojo, a medida que lo vas vaciando de juguetes, con los mercaderes de la alegría obligatoria; con los imberbes desesperados que tiran cohetes, petardos y otros artifundios pirotécnicos tres semanas antes de las fiestas que así lo ameritan; con los que antes de las doce del 24 o del 31 ya están irremisiblemente beodos y tambaleantes; con los que insisten en interminables brindis mientras la concurrencia se aburre copa en mano y los líquidos —burbujeantes o no— se calientan sin remedio; con los niños que agitan estrellitas y bengalas a toda hora y en cualquier lugar, con riesgo de incendio o de Hospital Santa Lucía; con los impacientes —de toda edad— que no pueden esperar y tienen que abrir sus regalos ya; con los peleones infaltables que inician rencillas familiares en medio de la mesa navideña sacando a relucir odios y rencores de vieja data; con los que se quejan del calor, o de la falta de éste; con los que critican las viandas y manjares que con tanto esfuerzo otros han puesto sobre sus platos; con los que le sacan la fruta abrillantada al pan dulce —¿qué queda entonces?— y con los que insisten en romper las nueces entre las palmas de las manos o contra la mesada; con los que dicen y repiten —todos los años— “que este año se cumplan todos tus deseos”; con los que apuntan intencionalmente el corcho de la sidra o el champagne hacia la única soltera del lugar (que casi siempre es la misma); con las de improviso inaccesibles agencias de remises; con los sobrinos teenagers que a las 00.01 horas ya vuelan hacia el boliche; con los que creen que la Nochebuena, mágicamente, restaurará en un solo movimiento las piezas del disperso rompecabezas familiar. A todos ellos llevátelos a tu desconocido rincón del Ártico y dejalos ahí hasta que dentro de casi doce meses empiecen a escaparse...
Sabemos que te pedimos demasiado pero nos contentamos con que, de a poco, vayas teniendo en cuenta nuestros pedidos y puedas, gradualmente, ir satisfaciéndolos. Nosotros no podemos dejarte agua y pasto para los renos, porque ya los reservamos para los camellos de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero te obsequiamos algunos textos que, esperamos, puedan servirte de compañía en esta noche tan tan pero tan larga.

Que haya luz, paz y poesía en el mundo.

Los editores

10 de diciembre de 2008

Las bibliotecas curvas VII II (final)

Doy por finalizada esta serie de posteos. Los que ya hayan entrado a Curious Expeditions habrán visto que hay muchísimas más fotos de bibliotecas que las pocas que yo traje hasta aquí. Hoy, sin embargo, quiero postear la foto más extraña del conjunto, una que precisamente no es curva ni tiene nada que ver con las curvas... Aunque quizá tenga más que ver con los desvíos...
Como dije la última vez que anduve por acá son días locos, llenos de idas y venidas, de cambios de última hora (por ejemplo, ya es la tercera vez que reprogramamos el asado de fin de año con mis compañeros de trabajo), algunos proyectos llegan a su fin o toman nuevos rumbos, se concretan cosas que ya parecía que nunca iban a concretarse, otras tendrán que seguir esperando a que la rueda se vuelva a poner en marcha en marzo del año que viene y de la nada pueden surgir nuevos amores, romances y por qué no, la esperanza, ingenua, cursi, tonta, pero esperanza al fin, de que el año que viene las cosas serán mejores, lo que, en mi universo unilateral, mítico y pequeño quiere decir que pensaré menos en él y más en ciertas personas que me rodean e inquietan (en el mejor sentido del término...) cada vez más; que no perderé más tiempo añorando lo que fue, lo que no pudo ser o lo que ya nunca será y me concentraré en lo que sí puede ser (sobre todo si me animo a dar algunos pequeños pasos y unos pocos saltos); que no soñaré más con el temido/ansiado reencuentro sino que me preocuparé por los nuevos encuentros, los encuentros con lo desconocido, con los amores, los hombres, las historias y las ciudades que aún no revistieron con su luz mis pupilas... En definitiva, que tengo la ingenua, cursi y tonta esperanza de que el año que viene llegaré más lejos que en este y que, tal vez, por fin, pueda decir que he dejado atrás lo que tanto daño me hacía (y hace, cada vez que yo lo dejo).
Oops, no era la idea ponerme autorreferencial de nuevo, pero sabrán disculpar, también es una época propicia para este tipo de "informes" o de "estado de la cuestión". También es cierto que las noches están cada vez más dulces, más perfumadas, más olorosas, lenta pero persistentemente su oscuridad se pone cada vez más sedosa, más invitante, más diligentemente rabiosa y yo, ¡oh, al fin!, ya no deseo estar o pasar esas tibias noches, tan prometedoras, sublevantes e intoxicantes noches, con quien siempre he estado o he deseado hacerlo en el pasado, si no ¡albricias! con alguien que aún no conozco pero intuyo y vislumbro... ¿cómo no iba entonces a tener esperanzas?
Y tal vez esté rematadamente loca como el omnímodo y silencioso (pues molido a palos estaba) protagonista de la escena que copiaré a continuación, pero no me importa, al fin siento que hay luz al final de este túnel que he llamado "la vida sin I." y que de ahora en más será llamado, simplemente, la vida o eso que pasa mientras nosotros hacemos otros planes o eso que los libros se emperran, inútil y gloriosamente en retratar.

"Pidió las llaves, a la sobrina, del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños; y así como el ama los vio, volviose a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo:
-Tome vuestra merced, señor licenciado; rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos dar echándolos del mundo.
Causó risa al licenciado la simplicidad del ama, y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno, para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego.
-No -dijo la sobrina-; no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos, y pegarles fuego; y si no, llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera, y no ofenderá el humo.
Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
-Parece cosa de misterio ésta, porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego.
-No, señor -dijo el barbero-; que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar.
-Así es verdad -dijo el cura-, y por esta razón se le otorga la vida por ahora. Veamos esotro que está junto a él.
(...)
Y sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó el ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral. No lo dijo a tonta ni a sorda, sino a quien tenía más gana de quemarlos que de echar una tela por grande y delgada que fuera; y asiendo casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana. Por tomar muchos juntos se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vió que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.
-Válame Dios -dijo el cura, dando una gran voz-; ¡que aquí esté Tirante Blanco! Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Kirieleison de Montalván, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalván y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente de Tirante hizo con Alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora emperatriz enamorada de Hipólito su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo; aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros de este género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que lo compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto de él os he dicho.
-Así será -respondió el barbero-, pero ¿qué haremos de estos pequeños libros que quedan?
-Estos -dijo el cura- no deben de ser de caballerías, sino de poesía; y abriendo uno, vió que era la Diana, de Jorge de Montemayor, y dijo (creyendo que todos los demás eran del mismo género:) estos no merecen ser quemados como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho, que son libros de entretenimiento, sin perjuicio de tercero.
-¡Ay, señor! -dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás, porque no sería mucho que habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor, y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.
(...)
-Pero ¿qué libro es ese que está junto a él?
-La Galatea de Miguel de Cervantes -dijo el barbero-.
-Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención, propone algo y no concluye nada. Es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y entre tanto que esto se vé, tenedle recluso en vuestra posada, señor compadre.
-Que me place -respondió el barbero- y aquí vienen tres todos juntos: la Araucana de don Alonso de Ercilla; la Austríada de don Juan Rufo, jurado de Córdoba y el Montserrat de Cristóbal de Virues, poeta valenciano.
-Todos estos tres libros -dijo el cura- son los mejores que en verso heroico, en lengua castellana están escritos, y pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.
Cansóse el cura de ver más libros, y así a carga cerrada, quiso que todos los demás se quemasen; pero ya tenía abierto uno el barbero que se llamaba Las lágrimas de Angélica.
-Lloráralas yo -dijo el cura en oyendo el nombre- si tal libro hubiera mandado quemar, porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la traducción de algunas fábulas de Ovidio."

Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha.

8 de diciembre de 2008

Las bibliotecas curvas, VII (I)

Como prometí, esta serie va llegando a su fin. Se acerca fin de año, consabida época de balances, de cenas, de asados, de reuniones, de reencuentros, de muchos nervios para unos, de mucha melancolía y soledad para otros, de recuerdos que lastiman o enfebrecen, pero también consabida época de nuevos romances, de esperanzas remotas que ya no lo parecen tanto, de promisorias piletas en las que zambullirse a pleno (literales y metafóricas), de chancletas que al fin se revolean, de espumantes bebidas cuyas burbujas cosquillean en el vértigo de las gargantas, de los sabores navideños anhelados o detestados, época de estrellitas, de bengalas, del por siempre inocuo y festivo chaski-boom... Y en medio de todo eso, los libros, la literatura, una vez más:

"El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez finito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores: inevitablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito...
(...)
La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana -la única- está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta."

Jorge Luis Borges, "La biblioteca de Babel".

3 de diciembre de 2008

Las bibliotecas curvas,VI

Desde luego que esta serie de posteos sobre las bibliotecas, originada en este maravilloso sitio, no pretende ser exhaustiva ni nada por el estilo, por lo que después de hoy habrá sólo dos posteos más con lo que serán dos obras emblemáticas en lo que a bibliotecas se trata. Un leyente de estos desvíos me sugiere en los comentarios (¡gracias, Cristian!) un libro de Alberto Manguel que no tengo pero que procuraré conseguir, donde sospecho que han de estar citados muchos de los autores que fui desgranando aquí y probablemente la novela, paradigmática si la hay, cuyo fragmento traje hoy.
Fragmento del que me acordé cuando ya estaba cerrando el posteo anterior a éste. Vino a mí la imagen de uno de los personajes más enigmáticos con los que yo me haya topado dentro de las tapas de un libro... No sólo enigmático sino también tan parecido a mí, en algunas cosas, en algunos momentos, que la primera vez que leí lo que ahora copiaré juro que me asusté. Aunque luego me alegré de pertenecer a la estirpe de los autodidactos, je je...
"He dejado Eugenia Grandet. Me he puesto a trabajar, pero sin entusiasmo. El Autodidacto, que me ve escribir, me observa con respetuosa concuspicencia. De vez en cuando levanto un poco la cabeza, veo el inmenso cuello postizo, recio, de donde sale su pescuezo de gallina. Lleva un traje raído pero la camisa de una blancura deslumbradora. Acaba de sacar del mismo estante otro libro cuyo título descifro al revés: La flecha de Caudebec, crónica normanda de Mlle. Julie Lavergne. Las lecturas del Autodidacto siempre me desconciertan.
De pronto me vuelven a la memoria los nombres de los últimos autores cuyas obras ha consultado: Lambert, Langlois, Larbalétrier, Lastev, Lavergne. Me iluminé; comprendo el método del Autodidacto: se instruye por orden alfabético.
Lo contemplo con una especie de admiración. ¡Qué voluntad necesita para realizar lenta, obstinadamente, un plan de tan vasta envergadura! Un día, hace siete años (me ha dicho que estudia desde hace siete años), entró con gran pompa en esta sala. Recorrió con la mirada los innumerables libros que tapizan las paredes y debió decirse, poco más o menos como Rastignac: "Manos a la obra. Ciencia humana." Después tomó el primer tomo del estante del primer extremo derecho; lo abrió en la primera página con un sentimiento de respeto y espanto unido a una decisión inquebrantable. Hoy está en la L. K después de J, L después de K. Pasó brutalmente del estudio de los coleópteros al de la teoría de los cuanta, de una obra sobre Tamerlán a un panfleto católico sobre el darvinismo, sin desconcertarse ni un instante. Lo leyó todo; ha almacenado en su cabeza la mitad de lo que sabe sobre la partenogénesis, la mitad de los argumentos contra la vivisección. Detrás, delante de él, hay un universo. Y se acerca el día en que se dirá, cerrando el último volumen del último estante del extremo izquierdo: "¿Y ahora?"

Jean-Paul Sartre, La náusea.

1 de diciembre de 2008

Las bibliotecas curvas, V

Me faltaba encontrar (o elegir) algún pasaje literario que transcurriera en una biblioteca; sólo me faltaba uno porque los dos finales ya los tenía elegidos desde el comienzo mismo y cuando los lean comprenderán que era de cajón que así sucediera. Pero me faltaba el de hoy y me puse a recorrer con los ojos y la mente mi biblioteca y sólo aparecía el caos de sus estantes, en prolijo orden alfabético (adoptado luego de que el número de libros fue lo suficientemente respetable y las búsquedas lo suficientemente frustrantes como para reemplazar el viejo sistema del "orden de adquisición"), con su conveniente división en literaturas nacionales (están los estantes de literatura "universal", los de literatura argentina -que crecieron exponencialmente con la realización del diccionario y se transformaron en siete estantes -si contamos el piso como uno de ellos- y una mesa llena a rebosar de libros que no entraron en esos seis estantes + el piso, los de literatura española -que también crecieron bastante ya que amo dicha literatura-, los dos escasos estantes que le he dedicado a la literatura latinoamericana -y sí, mi espíritu cosmopolita prefiere siempre la literatura inglesa, norteamericana, francesa, rusa, etc.-, el respetable estante con los clásicos griegos y romanos, algunos en su idioma original, y el estante flotante e inexistente que alguna vez dedicaré a la literatura erótica, donde espero insertar, valga el verbo, una novela o una serie de cuentos ídem muy pronto), con el escozor que me produce no ver cada libro en su lugar, el escozor, el horror, la cosquilla molesta en la base del cráneo que ello me produce y la esperanza al decirme "será una bella tarea para las vacaciones ordenar la biblioteca" sabiendo que, muy probablemente, no lo haré, pero no importa, la intención también cuenta... Mis ojos vagaban, decía, perdidos, cuando rápidamente me dirigí a los estantes de mi amada literatura española (insisto) para más rápidamente aún dar con lo que estaba buscando... una escena que transcurriera en una biblioteca y no podría haber encontrado una mejor que ésta. De uno de mis autores españoles favoritos, de una de sus mejores novelas lejos y de una mordacidad y subversión flagrantes, tal como a él, un contrera (que no un hortera) cabal, le encantan (y tanto le encanta que hasta juega con su propia autorrepresentación en este pasaje):

DE NUEVO EN LOS PAPELES

Lectores de la Biblioteca Nacional: enterrados en el mausoleo de la cultura, vagáis por pasillos y salas de lectura como sonámbula hueste de espectros. Examinad la palabra Tumba inscrita en la pared, a la derecha de la entrada, Rue de Richelieu; pensad en que al cabo de un tiempo moriréis de una vez: ¿no sería mejor instilar algo de poesía en vuestras vidas, antes de pudriros también, como los libros y manuscritos que leéis, en otro vasto y crepuscular cementerio?
En el silencio fúnebre que os envuelve, eruditos pacientes, necrófagos ápteros, carcomen y devoran, como múridos, el saber programado. Parásitos de la historia, insectos de la filosofía, emulan las hazañas de la polilla. Como en hospitales y salas de disección, el aire apesta a yodo y formol. ¿No sentís deseos de emerger a la luz, percibir los aleteos del corazón, captar la brusca palpitación de la sangre? Abandonad el yermo sepulcro. Escuchadme.
Sin necesidad de introducir y espachurrar puñados de moscas entre las páginas de los clásicos, como cierto oscuro y maligno escritor en una modesta biblioteca de Tánger [se refiere a él mismo en su novela Reivindicación del conde Don Julián], podéis liberaros no obstante de vuestra torpe e inútil melancolía. Seguid, como yo, a una niña -Ina, Magdalen, Agnès, Dora- a alguna de las salas vetustas y sentaos frente a ella en la mesa, atrincherados con un muro de libros de consulta, procurando que el haz de la lámpara os mantenga discretamente en la sombra. Mientras ella recorre las páginas de algún manual piadoso o devocionario, exquisita en su traje de Primera Comunión, con velo y toca inmaculados y blancos verificaréis que su atención se centra, por ejemplo, en el contenido de dos obras alevemente incluidas en la colección de lectura infantil: Nuestra Señora de las Flores y El milagro de la rosa [se trata de dos novelas del francés Jean Genet, no aptas para niños...]. La adorable criatura absorberá las crudezas y obscenidades del texto con inefable candor. Sorpresa, interés, rubor, pasmo, se pintarán sucesivamente en su expresión, colorearán las delicadas mejillas. Su rostro soñador, las manos inmóviles en el regazo, la tela arrugada del vestido sugieren la existencia de una sensualidad naciente, tal vez la velada invitación a un dios todavía desconocido: algo como para robar el sueño al imaginario catador y estimular súbitamente su apetito. ¡Es el momento ideal para dejar caer una estampita a vuestros pies y suplicar que la recoja con sabia y bonachona sonrisa! Abriréis entonces la gabardina y se la enseñaréis: ¡en aquel lúgubre panteón del deseo, la dulce chiquita de ojos claros experimentará, estad seguros -y os lo hará compartir también a vosotros-, la emoción más terrible e intensa de su vida!

Juan Goytisolo, Paisajes después de la batalla.



P. D.: Como una súbita iluminación de lo alto acabo de recordar otras escenas de una novela aún más célebre que ésta, francesa ella, que también transcurren en una biblioteca, por lo que creo que habrá una yapa...

26 de noviembre de 2008

Las bibliotecas curvas, IV

Si hablamos de bibliotecas, este libro no podía faltar. De hecho, gira en torno de una biblioteca, unos monjes, un manuscrito perdido y misteriosos crímenes cometidos no se sabe si por mano humana o satánica. Me refiero al El nombre de la rosa, de Umberto Eco, por supuesto. Probablemente sea, junto con Miedo a volar de Erica Jong y la versión condensada para niños de Kapelusz de Moby Dick, uno de los libros que más veces leí y releí en mi vida. Y las sucesivas relecturas no pierden ni un ápice de suspenso o intriga por más que ya sepa cuál es la clave para descifrar el laberinto, en qué extraño idioma estaba ese fragmento de pergamino que tenía Venancio entre sus ropas, a qué se debió la primacía de italianos siempre encargados de la biblioteca hasta la llegada del alemán Malaquías y ya conozca casi de memoria todos los homenajes, parodias, reescrituras e imitaciones de estilo que Eco prodigó a lo largo de sus cuatrocientas y pico de jugosas páginas. Fue, mal que le pese a los Brownies, el primer thriller erudito que se convirtió en best-seller, al igual que su libro siguiente, El péndulo de Foucault, uno de los primeros también en ficcionalizar acerca de los templarios, el Santo Grial y demás, pero con la altura y sabiduría que sólo un semiólogo como Eco puede darles.
En el fragmento siguiente, Adso de Melk, el monje que narra los hechos que vivió en su juventud en una perdida abadía al norte de Italia, "reflexiona en el scriptorium sobre la historia de su orden y sobre el destino de los libros", como reza el acápite de este capítulo:

"Me impresionó la calma y la serenidad con que estaban entregados a sus tareas, como si no hubiese desaparecido uno de sus hermanos y no lo estuvieran buscando afanosamente por todo el recinto, y como si ya no hubiesen muerto otros dos en circunstancias espantosas. Aquí se ve, dije para mí, la grandeza de nuestra orden: durante siglos y siglos, hombres como éstos han asistido a la irrupción de los bárbaros, al saqueo de sus abadías, han visto precipitarse reinos en vórtices de fuego, y, sin embargo, han seguido ocupándose con amor de sus pergaminos y sus tintas, y han segudo leyendo en voz baja unas palabras transmitidas a través de los siglos y que ellos transmitirían a los siglos venideros. Si habían seguido leyendo y copiando cuando se acercaba el milenio, ¿por qué dejarían de hacerlo ahora?
El día anterior, Bencio había dicho que con tal de conseguir un libro raro estaba dispuesto a cometer actos pecaminosos. No mentía ni bromeaba. Sin duda, un monje debería amar humildemente sus libros, por el bien de estos últimos y no para complacer su curiosidad personal, pero lo que para los legos es la tentación del adulterio, y para el clero secular la avidez de riquezas, es para los monjes la seducción del conocimiento.
Hojeé el catálogo y empezó un baile de títulos misteriosos: Quinti Sereni de medicamentis, Phaenomena, Liber Aesopi de natura animalium, Liber Aethici peronymi de cosmographia, Libri tres quos Arculphus episcopus Adamnano escipiente de locis sanctis ultramarinis designavit conscribendos, Libellus Q. Iulii Hilarionis de origine mundi, Solini Polyhistor de situ orbis terrarum et mirabilibus, Almagesthus... No me asombré de que el misterio de los crímenes girase en torno a la biblioteca. Para aquellos hombres consagrados a la escritura, la biblioteca era al mismo tiempo la Jerusalén celestial y un mundo subterráneo situado en la frontera de la tierra desconocida y el infierno. Estaban dominados por la biblioteca, por sus promesas y sus interdicciones. Vivían con ella, por ella y, quizá, también contra ella, esperando, pecaminosamente, poder arrancarle algún día todos sus secretos. ¿Por qué no iban a arriesgarse a morir para satisfacer alguna curiosidad de su mente, o a matar para impedir que alguien se apoderase de cierto secreto celosamente custodiado?
Tentaciones, sin duda; soberbia del intelecto. Muy distinto era el monje escribiente que había imaginado nuestro santo fundador: capaz de copiar sin entender, entregado a la voluntad de Dios, escribiente en cuanto orante, y orante en cuanto escribiente. ¿Qué había sucedido? ¡Oh, sin duda, no sólo en eso había degenerado nuestra orden! Se había vuelto demasiado poderosa, sus abades rivalizaban con los reyes. ¿Acaso Abbone no era un ejemplo de monarca que con ademán de monarca intentaba dirimir las controversias entre los monarcas? Hasta el saber que las abadías habían acumulado se usaba ahora como mercancía para el intercambio, era motivo de orgullo, de jactancia, y fuente de prestigio. Así como los caballeros ostentaban armaduras y pendones, nuestros abades ostentaban códices con miniaturas... Y aún más (¡qué locura!) desde que nuestros monasterios habían perdido la palma del saber: porque ahora las escuelas catedralicias, las corporaciones urbanas y las universidades copiaban quizá más y mejor que nosotros, y producían libros nuevos... y tal vez fuese ésta la causa de tantas desgracias.
La abadía donde me encontraba era, quizá, la última capaz de alardear por la excelencia en la producción y reproducción del saber. Pero precisamente por eso sus monjes ya no se conformaban con la santa actividad de copiar: también ellos, movidos por la avidez de novedades, querían producir nuevos complementos de la naturaleza. No se daban cuenta -entonces lo intuí confusamente, y ahora, cargado ya de años y experiencia, lo sé con seguridad- de que al obrar de ese modo estaban decretando la ruina de lo que constituía su propia excelencia. Porque si el nuevo saber que querían producir llegaba a atravesar libremente aquella muralla, con ello desaparecería toda diferencia entre aquel lugar sagrado y una escuela catedralicia o una universidad ciudadana. En cambio, mientras permaneciera oculto, su prestigio y su fuerza seguirían intactos, a salvo de la corrupción de las disputas, de la soberbia cuodlibetal que pretende someter todo misterio y toda grandeza a la criba del sic et non. Por eso, dije para mí, la biblioteca está rodeada de un halo de silencio y oscuridad: es una reserva de saber, pero sólo puede preservar ese saber impidiendo que llegue a cualquiera, incluidos los propios monjes. El saber no es como la moneda, que se mantiene físicamente intacta incluso a través de los intercambios más infames; se parece más bien a un traje de gran hermosura, que el uso y la ostentación van desgastando. ¿Acaso no sucede ya eso con el propio libro, cuyas páginas se deshacen, cuyas tintas y oros se vuelven opacos, cuando demasiadas manos lo tocan? Precisamente, cerca de mí, Pacífico da Tívoli hojeaba un volumen antiguo, cuyos folios parecían pegados entre sí por efecto de la humedad. Para poder hojearlo debía mojarse con la lengua el índice y el pulgar, y su saliva iba mermando el vigor de aquellas páginas. Abrirlas significaba doblarlas, exponerlas a la severa acción del aire y del polvo, qu roerían las delicadas nervaduras del pergamino, encrespado por el esfuerzo, y producirían nuevo moho en los sitios donde la saliva había ablandado, pero al mismo tiempo debilitado, el borde de los folios. Así como un exceso de ternura ablanda y entorpece al guerrero, aquel exceso de amor posesivo y lleno de curiosidad exponía el libro a la enfermedad que acabaría por matarlo.
¿Qué había que hacer? ¿Dejar de leer y limitarse a conservar? ¿Eran fundados mis temores? ¿Qué habría dicho mi maestro?
No lejos de mí, el rubricante Magnus da Iona estaba ablandando con yeso un pergamino que antes había raspado con piedra pómez, y que luego acabaría de alisar con la plana. A su lado, Rabano de Toledo había fijado su pergamino a la mesa y con un estilo de metal estaba trazando líneas de horizontales muy finas entre unos agujeritos que había practicado a ambos lados del folio. Pronto las dos láminas se llenarían de colores y de formas, y cada página sería como un relicario, resplandeciente de gemas engastadas en la piadosa trama de la escritura. Estos dos hermanos míos, dije para mí, viven ahora su paraíso en la tierra. Estaban produciendo nuevos libros, iguales a los que luego el tiempo destruiría inexorable... Por tanto, ninguna fuerza terrenal podría destruir la biblioteca, puesto que era algo vivo... Pero, si era algo vivo, ¿por qué no se abría al riesgo del conocimiento? ¿Era eso lo que deseaba Bencio y lo que quizá también había deseado Venancio?"

Umberto Eco, El nombre de la rosa.

Las bibliotecas curvas, III

Sigo un poco remisa pero aquí estoy con el vivo deseo de proseguir compartiendo con uds. las maravillosas fotografías de Curious Expeditions y algunos fragmentos alusivos como para amenizar, mientras reordeno mi habitual caos emotivo, emocional y existencial e intento retomar los buenos hábitos, como el de postear a diario aquí, semanalmente en Fauna y ad libitum en el resto de mi flota blogguera (y se vienen un quinto y hasta un sexto blog... Los mantendré informados).
Hoy terminé de leer un libro de artículos y ensayos de Alberto Manguel, escritor argentino radicado en Canadá desde hace varios años, consuetudinario jurado del Premio Clarín de Novela vaya uno a saber por qué... El libro es mediano, digamos. En realidad, los artículos y ensayos son muy esclarecedores, dicen cosas que no por sabidas está de más volver a leerlas o considerarlas, pero tiene un exasperante tono monocorde (¿o quizá sea la traducción? pero siendo el traductor Marcelo Cohen, no debería ser culpa de él... bah, qué sé yo; a propósito, uno de los mejores artículos del libro de Manguel trata justamente sobre la ingrata y traicionera tarea del traductor...) cuyo peor efecto fue, por momentos, el no poder seguirlo con el entusiasmo que aquello de lo que estaba hablando sí me suscitaba. Porque Manguel es, como bien dice la faja del libro, "el don Juan de las bibliotecas", en el sentido de ser un gran esculcador de obras y autores poco conocidos, de acercar a los lectores a nuevas formas de ver las cosas y los libros, y, sobre todo, un gran difusor de las bellezas encerradas en páginas y versos.
Así pues, les comparto este fragmento, extraído de un artículo en el que procura dar con una definición, si la hubiera o hubiese, de qué cosa sea la literatura gay, sin que por ello se entienda solamente 'literatura escrita por homosexuales' (como si eso pudiera ser suficiente... aunque para muchos lamentablemente lo es) o 'literatura escrita para homosexuales' (con lo cual termina siendo todo tan discriminatorio como aquello que se pretende combatir):

"A mediados del tercer siglo a. C. el poeta cirenaico Calímaco emprendió la labor de catalogar el medio millón de libros albergados en la célebre biblioteca de Alejandría. Era una tarea prodigiosa, no sólo por el núero de libros para inspeccionar, desempolvar y situar en los estantes, sino porque entrañaba la concepción de un orden literario que, supuestamente, debía reflejar de algún modo el orden más amplio del universo. Para atribuir cierto libro a cierto estante -Homero a "Poesía" o Herodoto a "Historia", por ejemplo-, Calímaco tuvo que decidir antes que toda escritura se podía dividir en un número específico de categorías o, como las llamó, pinakes, "tablas"; y luego tuvo que resolver a cuál pertenecía cada uno de los miles de volúmenes sin etiquetar. Calímaco dividió la colosal biblioteca en ocho "tablas" que, en conjunto, debían contener todo hecho, conjetura, pensamiento o imaginación estampado alguna vez en una hoja de papiro; los bibliotecarios futuros multiplicarían aquel modesto número hasta el infinito. Borges recordó alguna vez que en el sistema númerico del Instituto Bibliográfico de Bruselas, el número 231 correspondía a Dios.
Ningún lector que haya disfrutado de un libro tiene gran confianza en estas formas de catalogar. Índices temáticos, géneros literarios, escuelas de pensamiento y estilo, literaturas nacionales o étnicas, compendios cronológicos o antologías sólo sugieren al lector uno entre una multitud de puntos de vista, ninguno abarcador, ninguno que raspe siquiera la amplitud y hondura de un escrito misterioso. Los libros se niegan a mantenerse tranquilamente en los estantes: Los viajes de Gulliver salta de "Crónicas" a "Sátira social" o "Literatura infantil", sin guardar fidelidad a ningún rótulo. Como la sexualidad, la lectura es multifacética y fluida."

Alberto Manguel, En el bosque del espejo.

20 de noviembre de 2008

Las bibliotecas curvas, II

Debería estar escribiendo para Fauna y sin embargo estoy aquí. Sucede que no se me ocurre nada o que todo lo que se me ocurre me parece fútil, demasiado poco o demasiado mucho (como siempre, el término medio es un paraje incógnito para mí) y entonces preferí venir aquí, donde al menos el lunes tuve esta idea, este petit coraje de plantear un tema para toda la semana a partir de las bellísimas fotos de Curious Expeditions...
Pero como siempre sucede que uno propone y la cadena de eventos sin hilación aparente que llamamos vida se encarga de disponer de nosotros y de nuestras amadas u odiadas circunstancias, sucedió entonces que el martes volví muy tarde y muy cansada de La Plata y que ayer miércoles era justamente el día de tan bella (y masónica) ciudad y con mis compañeros de trabajo nos sustrajimos del mundanal ruido y hacia los campos de Arana fuimos, donde en medio del más bucólico paisaje que imaginarse pueda, comimos asado cual gauchos y bebimos cerveza cual vikingos... Es por eso que recién hoy continúo con las bibliotecas curvas. Y hoy ni siquiera debería continuar, puesto que es el día de mis amados abisales, pero éstos tendrán que esperar, puesto que nada de lo que se me ocurrió me pareció digno y un día de licencia no creo que les venga mal... A quien sí le vendrá mal será a mi insoportable superyó, pero estoy dispuesta a escuchar sus interminables peroratas y recriminaciones a cambio de compartir con uds. otra hermosa foto y otro bellísimo pasaje literario con libros y bibliotecas, como los que siguen:

"Los libros, los libros, la proliferación de la materia impresa. Los libros crecen, forman paredes, modifican la arquitectura de la casa. Los libros nos van haciendo un nicho de imprenta, un emparedado de papel, una celda estrecha y alta de letra impresa, una garita donde esperar la muerte. Hay una época en que se compran los libros y se van colocando, ordenadamente. Luego, los libros vienen solos, proliferan durante la noche, y por más que los dejo en desorden, se me ordenan durante el sueño y sé exactamente dónde está cada uno de ellos, porque quizá mi cabeza va teniendo estructura de biblioteca. En eso, quizá, consiste la decrepitud, en que decae la imaginación y se impone la erudición, en que el bibliotecario acaba asesinando al poeta con el filo agudo de una página de papel biblia.
(...)
Los libros devuelven ciento por uno y van ensombreciendo la casa, tapando la entrada al sol, clausurando los rincones, hasta que uno comprende que se ha fabricado una tumba de libros, un panteón de páginas, como otros se lo fabrican de consolas o de porcelanas.
Han hablado los poetas de que el hombre se hace su propia muerte. Yo creo que lo que el hombre se hace, en todo caso, es su propia tumba, como mucho. La muerte se hace sola, pero la tumba nos la vamos enladrillando en vida con muebles isabelinos, botellas de licor o con libros.
(...)
Tenemos miedo, algunas noches, de coger un alto libro de la estantería, como si todo fuese a venirse abajo al quitar el ladrillo, como si pudiéramos perecer bajo los escombros impresos, y por eso cada vez releemos menos, y sólo lee uno, ya, los libros que van llegando, los libros nuevos, frescos, que traen el aire de la calle, el olor de los viajes y la novedad de un pensamiento reciente.
No es por estar al día. Es porque en los libros viejos ya sólo se lee uno a sí mismo, y tengo como miedo de quedar encerrado dentro del que soy, y entonces salgo de mí hacia un libro reciente, y no comprendo bien a los que releen libros, que es como cantar hacia adentro viejas melodías, envenenarse de uno mismo, cegarse de pasado, atascarse de recuerdos. El libro nuevo, aunque sea de filosofía pura, viene verde como una lechuga y me comunica su juventud de imprenta y pensamiento. Lo malo es que en cuanto lo leo y lo dejo junto con los otros libros, cae sobre él un polvo de siglos y en seguida queda incorporado al muro de papel, se funde con los viejos libros y ya no se le puede volver a abrir, porque tiene las páginas pegadas con cemento.
Ésta es la traición de los libros, el peligro de haber vivido entre libros. Así es como la vida se va haciendo angosta, entre pasillos de biblioteca. Porque los libros respiran, nos chupan el oxígeno y nos van matando."

Francisco Umbral, Mis paraísos artificiales.


17 de noviembre de 2008

Las bibliotecas curvas, I

Hace bastante que tenía estas imágenes dando vueltas para postear por aquí. Pero en lugar de sólo postear las imágenes como he hecho en otras ocasiones, esta vez he pensado agregarles algo de interés citando pasajes de obras literarias que vienen al caso.
Ya que justamente se da el caso que las bibliotecas son lugares que siempre han ejercido una fascinación sin límites sobre mí, cuando descubrí estas imágenes caí en absoluto éxtasis. No sé cuántos de mis potenciales y reales seguidores/suscriptores/lectores sentirán la misma devoción por tales edificios y su contenido, pero espero inculcarles algo de mi pasión por ellos. Sobre todo porque lo haré subrepticiamente -como deben hacerse estas cosas-, o vicariamente, mejor dicho, es decir, a través de la literatura, el mismo contenido que, entre otros, estas moles a veces ingentes, a veces modestas, pretenden proteger.
Para mí las bibliotecas son lo que las catedrales y basílicas (dos bellísimas palabras) a los católicos fervientes. Para mí hay pocas cosas más deleitosas que perderse entre los estantes de una biblioteca, así sean dos tablitas enclenques o descomunales andamios del techo hasta el piso (sueño, anhelo, deseo tener una habitación completamente tapizada, amurallada de libros y no me importan las implicancias mortificantes y aparentemente 'inmovilizantes' que ello pueda acarrear según el mundo psi-). Cada vez que llego temprano al taller literario donde religiosamente concurro cada sábado, dejo mis cosas en una silla y me zambullo a chusmear los libros de mi maestro, que por cierto no son pocos y que se ven incrementados, además, por la biblioteca ambulante formada por los préstamos de los talleristas (lo que me recuerda que aún no he hecho mis préstamos pertinentes pero es que... ¡arrancarle un libro a un bibliófilo es como arrancarle un hijo! Es muy díficil elegir qué libro llevar, puesto que ninguno -ni siquiera los libros más innobles o innombrables- entrarán jamás en la categoría de 'libro descartable o canjeable o desechable' así sea una bosta de principio a fin). Una mañana, Marcelo -mi maestro- entró y me sorprendió hurgando sus libros: "Sabía que te iba a encontrar así" dijo y agregó: "Eso denota quién es un verdadero escritor y quién no lo es".
Así pues, vaya la primera imagen de estas impresionantes "bibliotecas curvas", acompañada del primer fragmento literario que se me vino a la mente ni bien pensé en este post. Desde luego que hay todavía escenas más famosas que ésta que transcurren en o alrededor de bibliotecas, pero el romanticismo y los versos de mi padre tutelar que la coronan no podían sino hacer que ella fuera la primera. Nótese además como en medio de una situación de inminente peligro (puesto que han entrado a la biblioteca para robar) los adolescentes se ponen a hablar de amor, especialmente el protagonista, Silvio Astier, quien no puede dejar de recordar a su amada; más todavía, nótensen los signos del mercado literario de entonces (mediados de los años 20) no muy diferentes del actual: los libros "técnicos" son los que serán mercados mientras que los libros literarios o bien son dejados de lado (Las Montañas del Oro, libro de poemas de Lugones, el "poeta nacional", libro convenientemente agotado como bien señala Enrique) o bien atesorados como algo invaluable (los versos de Baudelaire) y no me extiendo más, así disfrutan por ustedes mismos:

"Enrique abrió cautelosamente la puerta de la Biblioteca.
Se pobló la átmosfera de olor a papel viejo, y a la luz de la linterna vimos huir una araña por el piso encerado.
Altas estanterías barnizadas de rojo tocaban el cielo raso, y la cónica rueda de luz se movía en las oscuras librerías, iluminando estantes cargados de libros.
Majestuosas vitrinas añadían un decoro severo a lo sombrío, y tras de los cristales, en los lomos de cuero, de tela y de pasta, relucían las guardas arabescas y títulos dorados de los tejuelos.
Irzubeta se aproximó a los cristales.
Al soslayo lo iluminaba la claridad refleja y como un bajorrelieve era su perfil de mejilla rechupada, con la pupila inmóvil y el cabello negro redondeando armoniosamente el cráneo hasta perderse en declive en los tendones de la nuca.
Al volver a mí sus ojos, dijo sonriendo:
-Sabés que hay buenos libros.
-Sí, y de fácil venta.
-¿Cuánto hará que estamos?
-Más o menos media hora.
Me senté en el ángulo de un escritorio distante pocos pasos de la puerta, en el centro de la biblioteca, y Enrique me imitó. Estábamos fatigados. El silencio del salón oscuro penetraba nuestros espíritus, desplegándolos para los grandes espacios de recuerdo e inquietud.
-Decime, ¿por qué rompiste con Eleonora?
-Qué sé yo. ¿Te acordás? Me regalaba flores.
-¿Y?
-Después me escribió unas cartas. Cosa rara. Cuando dos se quieren parecen adivinarse el pensamiento. Una tarde de domingo salió a dar una vuelta a la cuadra. No sé por qué yo hice lo mismo, pero en dirección contraria y cuando nos encontramos, sin mirarme alargó el brazo y me dio una carta. Tenía un vestido rosa té y me acuerdo que muchos pájaros cantaban en lo verde.
-¿Qué te decía?
-Cosas tan sencillas. Que esperara... ¿te das cuenta? Que esperara a ser más grande.
-Discreta.
-¡Y qué seriedad, che Enrique! Si vos supieras. Yo estaba allí, contra el fierro de la verja. Anochecía. Ella callaba... a momentos me miraba de una forma... y yo sentía ganas de llorar... y no nos decíamos nada... ¿qué nos íbamos a decir?
-Así es la vida -dijo Enrique-, pero vamos a ver los libros. ¿Y el Lucio ése? A veces me da rabia. ¡Qué tipo vago!
-¿Dónde estarán las llaves?
-Seguramente en el cajón de la mesa.
Registramos el escritorio, y en una caja de plumas las encontramos.
Rechinó una cerradura y comenzamos a investigar.
Sacando los volúmenes los hojéabamos, y Enrique que era algo sabedor de precios decía:
-"No vale nada", o "vale".
-Las Montañas del oro.
-Es un libro agotado. Diez pesos te lo dan en cualquier parte.
-Evolución de la materia, de Lebon. Tiene fotografías.
-Me lo reservo para mí -dijo Enrique.
-Rouquete. Química Orgánica e Inórganica.
-Ponelo acá con los otros.
-Cálculo infinitesimal.
-Eso es matemática superior. Debe ser caro.
-¿Y esto?
-¿Cómo se llama?
-Charles Baudelaire. Su vida.
-A ver, alcanzá.
-Parece una bibliografía. No vale nada.
Al azar entreabría el volumen.
-Son versos.
-¿Qué dicen?
Leí en voz alta:

Yo te adoro al igual de la bóveda nocturna
¡oh! vaso de tristezas, ¡oh! blanca taciturna.

Eleonora -pensé- Eleonora.

y vamos a los asaltos, vamos,
como frente a un cádaver, un coro de gitanos.

-Ché, ¿sabés que esto es hermosísimo? Me lo llevo para casa.
-Bueno, mirá, en tanto que yo empaqueto libros, vos arreglate las bombas.
-¿Y la luz?
-Traétela aquí.
Seguí la indicación de Enrique. Trajinábamos silenciosos, y nuestras sombras agigantadas movíanse en el cielo raso y sobre el piso de la habitación, desmesuradas por la penumbra que ensombrecía los ángulos. Familiarizado con la situación de peligro, ninguna inquietud entorpecía mi destreza."

Roberto Arlt, El juguete rabioso.



La fuente original de las imágenes es esta: http://curiousexpeditions.org/2007/09/a_librophiliacs_love_letter_1.html

15 de noviembre de 2008

La curva de Laffer

Vivo felizmente desinformada. Es decir: no leo los diarios (salvo los domingos el truchísimo horóscopos y los chismes que aparecen en el Popular, simplemente porque está sobre la mesa cuando me levanto), no compro revistas de actualidad (desde que salió hasta hace un par de semanas compraba la Ñ, pero ya me aburrió y decidi cerrar ese ciclo) y mis horarios de trabajo me impiden ver los noticieros de la tele, tanto los del mediodia como los de las siete-ocho de la noche; no me impiden ver, teóricamente, los de la medianoche pero yo misma me hago ese favor permaneciendo aquí sentada en la PC. A veces miro a la mañana canal 26, sólo para saber el pronóstico o minucias tales como si hay paro de trenes o algo por el estilo. En mi trabajo anterior estaba todo el día rodeada e invadida por las noticias: la tele y la radio estaban prendidas sin cesar y el único modo de evadirme de tanta "realidad" junta era calzarme los auriculares y poner música al mango mientras buscaba la décimoquinta forma de decir lo mismo que ya había dicho para Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Libra... etc.
Así y todo, ahora igual me entero de lo que pasa, pero no le doy la bolilla ni la atención que solía darle antes. Se me dirá que soy escapista, que prefiero hundir la nariz (y la mente toda) entre las páginas de un libro, vivir en una "fantasía" o en un "cuento de hadas", como alguien tuvo el tupé de decirme hace poco, suponiendo que la literatura no es más que eso (con lo que no hizo más que poner al descubierto uno de los grandes prejuicios que aún hoy día existen contra la literatura), o cualquier otra paparruchada por el estilo. Francamente, no me importa. Las noticias del mundo que yo busco son otras.
Así y todo, las alertas de Google, cada tanto me proporcionan algún dato sobre "lo que está pasando en este mismo instante". Y como es de público dominio, en estos momentos hay una debacle financiera mundial que quién sabe en qué terminará, si es que termina, o en qué se transformará o a dónde nos conducirá... Reitero: no me preocupa, pero esta nota me pareció interesante, en tanto no sólo presenta otra curva económica (los lectores y seguidores más antiguos de este blog recordarán la curva de Phillips) sino porque también habla de algo que parece ser el verdadero poder que domina al mundo (o al hombre): el pánico.
Y es extraño (o quizá no tanto), ya que 'pánico' proviene del dios griego Pan, protector de los rebaños y de la vida campestre, inventor de la siringa y pugnaz perseguidor de las ninfas del bosque, a quien, además de revestírselo con los atributos de los faunos y sátiros, se le atribuían los ruidos que retumban en valles y bosques sin que se sepa la causa de ellos... De allí que el terror que los persas sintieron en la batalla de Maratón fuera denominado 'terror pánico'. Y eran unos simples ruidos, muy probablemente producidos por otro dios, Eolo (el dios del viento). En fin: que si por algo tenían que tener miedo los persas no era por esos ruiditos sino por el ejército ateniense que se les venía encima...
Me pregunto entonces a qué le tendrán tanto miedo los Señores del Mundo.

12 de noviembre de 2008

Las gramáticas curvadas (o, al decir de Borges, las gramáticas torpedeadas)

Las alertas del Dios Padre Google no dejan de depararme sorpresas y posts. En este caso no es tanto la información suministrada por la nota que linkearé a continuación sino los dislates gramaticales y semánticos en los que incurre su autor los que me llevan a compartirla con uds.
Hace ya muchos años que estoy abocada a la ¿defensa? (pongámoslo así, aunque suena pomposo, derechoso, casi indecoroso) del buen uso (o sea: el uso adecuado al contexto) de nuestro bellísimo idioma. Esto que parece casi una antigualla de museo (o una declaración absolutamente subversiva y revulsiva, verdadero torpedo socavador del statu quo -pronunciése 'statu quó' y no 'qúo', por favor- actual) en los tiempos que corren no deja de ser para mí fundamental, en tanto creo, sostengo y afirmo que es el lenguaje el que nos configura como seres humanos y pensantes: el lenguaje nos hace y nos permite dar cuenta de eso que en algún otro lado he llamado 'la experiencia', entendida siempre en términos filósoficos. Vale decir que cuanto mejor usemos esta herramienta de la que no podríamos carecer, mejor pensaremos, mejor razonaremos, por ende mejor actuaremos y menos posibilidades tendrán los Señores del Mundo (ya se imaginan quiénes) de sojuzgarnos y someternos a sus arbitrios (a la mierda, resultó que la mina era bastante zurdita... ja ja).
Es por ello que deploro que la gente "común" escriba con faltas de ortografía, que tenga serias deficiencias a la hora de redactar hasta la idea más peregrina y sencilla, que no tengan capacidad alguna de retención, de memorización, de argumentación... Pero más me indigna y subleva cuando los que caen en esas trampas son otros escritores, periodistas, y cualquier otra persona vinculada a la comunicación, en especial inserta (o insertada) en medios de comunicación masiva como son éstos que me permiten vociferar mi prédica... Inútil prédica quizá, tan inútil como la poesía, pero no por ello dejaré de hacerlo y de hacerlo con humor, puesto que una cosa no quita la otra.
Revisando mis alertas, me encontré hoy pues con esta nota, en la que se cometen numerosos atropellos, dignos de ser mencionados y elucidados:

1) Ya el título es, por lo menos, un disparate semántico: "Revelan la enfermiza vida de las momias de Guanajuato". ¿Eso quiere decir que las momias están vivas? (¡socorro!) ¿Que se elevarán de sus sepulcros y saldrán a asustar? (música de fondo: la momiaaaa, la momiaaaa, claro). ¿Que empezarán a quitarse sus vendas y saldrán a mostrar sus interiores rellenos de estopa u otras sustancias menos nobles? El redactor quiso decir, creemos, que lo que se reveló es la terrible (y no 'enfermiza', querido mío) vida que esos cuerpos benditos llevaron antes de ser venerables o espantables momias.

2) "... los diversos padecimientos que sufrieron muchos de los cuerpos, hoy de gira por varias ciudades del país.": si por un lado arregla lo que había desarreglado en el título, esta frase vuelve a contradecirlo, puesto que los cuerpos "están de gira por el país", como si fueran estrellas de rock. ¿Estará el Eddie de Iron Maiden perdido entre ellos, acaso?

3) El primer y segundo párrafo de la nota yerran que da calambre (o artritis): no sólo se les sigue dando vida a las pobrecitas momias sino que el segundo párrafo es una bestialidad sintáctica que ningún periodista o comunicador social que se precie de tal podría permitirse cometer. Si usted, querido redactor, encabeza su frase con un "según" inmediatamente después tiene que aclarar según qué o según quién, de acuerdo al contexto y jamás (¿me oye -o lee- bien?), jamás, reitero, dar por supuesto que es 'según' lo que dije en el párrafo anterior, ¡que encima está separado por un punto aparte y un espacio activo para más inri! ¿Es que ya nadie enseña lo que es la coherencia y la cohesión de los textos? ¿Es posible que nadie vuele de ira al leer barrabasadas como éstas? ¿Es que a nadie le importa ya un comino de nada? (y aquí no puedo dejar de oír a mi amigo D. diciéndome que sí, que en efecto, Princesa, a nadie le importa un comino o un pimiento o un espárrago de absolutamente nada).

4) "... alguno de estos padecimientos tuvieron que ver con los sobrenombres con los que han sido bautizados, algunas de las momias, como es el caso de una mujer con la columna curvada": hablábamos antes de cohesión y coherencia... hablemos ahora de otro tema espinoso, la concordancia (de género, en este caso). Señor mío: vaya a saber por qué razón usted hace concordar sujetos y predicados que no se corresponden entre sí y encima lo hace 'hacia atrás' en lugar de hacerlo hacia adelante... Los sobrenombres (sujeto) no deben concordar con los padecimientos sino con las momias, por lo que lo correcto y adecuado es: 'los sobrenombres con los que han sido bautizadas algunas de las momias...'. Y conste que me ahorro aquí una guarangada, que es lo menos que se merece el tipo por haber puesto una coma donde no había necesidad alguna de ponerla. ¡Oiga, si quiere ser periodista, aprenda a poner las comas en su lugar!

5) "Este año, las momias que han sido sacadas de los nichos del Panteón de Santa Paula —en total— contribuirán con al menos 20 millones de pesos, más lo que generen los dos “contingentes” que están de viaje y posando en las ciudades de Monterrey y Tijuana, al erario municipal": cito, para cerrar, el último párrafo no porque incurra alguno de los dislates anteriores sino por lo que implica a un nivel digamos ontológico o existencial. ¿Qué quiero decir con esto? La muerte de paseo. La muerte viajando y posando para las fotos con los turistas. Lo funerario exhibido como una mercancía cualquiera más... y hasta se da el detalle de lo que la gira de Las Momias Guanajuatenses -buen nombre para una banda de 'rock básico acelerado'- va a arrojar como saldo final, reduciendo toda trascendencia y todo posible hallazgo científico -saber más, en efecto, acerca de la vida de esos seres que ahora yacen momificados también por el dinero que pueden generar- a un espectáculo de circo, a una jugosa entrada en las arcas municipales, es decir, a la banalización más nauseabunda que existe.

No sé a ustedes, pero a mí estas cosas me dejan pensando...

10 de noviembre de 2008

This is not spam, this is a curved and deviated post

¿Qué es spam? ¡¡¡Un correo no deseado o no solicitadooooo!!! oigo gritar desde el fondo de la red. Pero, ¿alguien sabe de dónde viene la palabra y qué significaba originalmente? Por si todavía hay alguien que no lo sepa, los redirijo a este excelente sitio y mientras tanto les cuento brevemente que el spam era una comida enlatada, del estilo de lo que aquí se conoció como "Viandada" (elaborada por Swift, no precisamente Jonathan, cuack!), sólo que en lugar de ser de carne vacuna, era de cerdo. Los geniales e inigualables Monthy Phyton (¿no me digan que no los conocen??? desásnense ya, por favor!) inmortalizaron el spam en uno de sus sketchs. Alguien va a un restaurant y al pedir la carta, todo viene con spam, ¡incluído el spam! De ahí que se lo tomara para designar a esos molestos correos que ora llegan con publicidades de inverosímiles "enlargements", remedios a precios aún más inverosimíles u ora llegan con estas desopilantes parrafadas, obras maestras del Babel Fish (¿tampoco conocen al robot depresivo Marvin? ya, desásnense de inmediato!) o cualquier otro traductor. Por lo general, ni siquiera abro estos correos, sino que los elimino directamente, pero hoy se me dio por abrir el que les copio debajo y luego del desternillamiento general de risa, decidí que sería un buen posteo para arrancar la semana con la famosa "nota de humor" (ay, las lógicas periodísticas que de a poco regresan a mí!). Presten atención y preparen la mandíbula (en negrita y color los pasajes más desopilantes):

Hola Bueno dia,
Me gusto ponerme en contacto contigo para explicarte mi situacion. Mi nombre es Srta. Marie Patrick de la única hija de último padre Sr. Jona Patrick de Costa de Marfil (AFRICA) . Mi padre era un comerciante muy rico de cacao en Abidjan, la capital económica de Costa de Marfil, a mi padre ha sido envenenado y es matado por sus asociados de asuntos sobre , una de sus paseos en viaje de negocios.
Mi madre se murió cuando era un bebé y desde entonces mi padre lo ha tomado tan especial. Antes de la muerte de mi padre en octubre de 2004 en un hospital privado aquí en Abidjan él me llamó secretamente por su parte y me indicó que tiene la suma de $6,500,000, fue en la dentro un caja en la un empresa de seguridad aquí en Abidjan es él que empleó mi nombre como su sola hija para el próximo de los padres depositando fondos. él mi, explicó también que era debido a esta riqueza que fue envenenado por sus asociada de asuntos. Que debería buscar a un asociado extranjero en un país de mi elección donde lo transferiría este dinero y lo emplee para el objetivo de inversión como la gestión de bienes inmuebles o la gestión de hotel.
Caro, busco honradamente su ayuda de las siguientes maneras: (1) para proporcionar una ayudar para reclamar el dinero. (2) para servir de encargado de estos fondos puesto que yo tienen solamente 21 años. (3) para hacer el acuerdo para que venga en tu país para mi educación y para fijo una autorización de residencia en su país.
Por otra parte, caro, estoy dispuesto a ofrecerles un 15% de toda la suma como compensación por su esfuerzo/entrada después de la transferencia triunfada de estos fondos en su cuenta nombrada en ultramar.
Además indican sus opciones para ayudarme mientras que creo que esta transacción se concluiría en catorce (15) días en que significan el interés en ayudarme.
Prever a tener de sus noticias pronto.
Que Dios te bendiga
Srta. Marie Patrick

La señorita Marie Patrick ha tenido sin duda una vida desgraciada: como habrán visto, su madre murió cuando era un bebé, por lo que es posible preguntarse entonces a qué edad la tuvo (¿quizá mientras ella misma estaba en el útero de su madre?); no se sabe cuántos padres ha tenido, ya que se habla de los "próximos" (quizá se refería a adinerados amantes, pero vaya usted a saber); tampoco está muy segura de ser una sola, como grita ese "yo tienen", desnudando así la falsedad de la unidad del yo, tal como preconiza el psicoanálisis; luego, la transferencia triunfada parece un excelente nombre para una compañía de seguros trucha o algo por el estilo o bien, puede tratarse, ya que hablamos de psicoanálisis, de una transferencia lograda entre médico y paciente, pero de nuevo vaya usted a saber, mientras que los catorce días que puestos en números se transforman en 15 merecen alguna reflexión del tipo: ¿está muerto ya el capitalismo o está más vivo que nunca?
"Marie Patrick" y otros estafadores de similar calaña parecen indicar que no ha ingresado, siquiera, en terapia intensiva, a pesar de tanta bolsa caída, de la llegada del poder negro a EUA y del desbarajuste diario nacional.

3 de noviembre de 2008

Curvas poéticas internacionales!

Ya casi me había olvidado de esto. Cuatro años atrás (hoy lo comprobé) me llegó una convocatoria para una antología de poesía erótica escrita por mujeres. Ni lerda ni perezosa envié por mail una selección de poemas ligeramente eróticos (o bien, ligeramente alabatorios del cuerpo de cierto músico de cuyo nombre ya no quiero acordarme) y he aquí el resultado. Cuatro años después la antología es un hecho y uno de los poemas incluidos es mío!!!
Si quieren leer el poema, visiten poematriz, je je.
Una novedad, para los cholulos del blogguerismo (¡qué parecido suena a bovarismo, ay!) como yo: ya está a su disposición el gadget para convertirse en seguidor de este blog! No sé muy bien de qué se trata pero poematriz ya tiene un seguidor y este, que es "mi blog principal", aún no tiene ni uno! ¿Quién será el primero? ¿Será mi amigo D.? ¿Será alguien que aún no conozco? ¡No sean tímidos, que la tímida ya soy yo! Sé que están ahí, háganse ver, sus palabras no molestan, al contrario!

29 de octubre de 2008

La casa curvada

Sigo con el desvío arquitéctonico. Una nueva alerta de Google me ha anoticiado, a través de este fotolog, de una casa curvada. Auténticamente curvada (ver foto infra). No se trata de un truco fotográfico como podría pensarse en un primer momento y como le reclaman muchos comentaristas al blogger español perdido en el Japón. La casa pertenece a un estudio arquitéctonico al parecer de vanguardia y aquí podrán observar más fotos de la casa, sobre todo del interior, donde podrán apreciar el bellísimo lucernario que la corona. ¿No es 'lucernario' una palabra bellísima por sí misma, para empezar?
En estos días donde me he admirado con la arquitectura de las iglesias como comentaba en el último posteo y en los que he recordado las casas en las que he vivido por cuestiones que no vienen al caso, me ha parecido una buena idea seguir la ruta del desvío arquitéctonico. No hace falta hablar de las implicancias psíquicas que las casas tienen para nosotros ni de las tantas palabras que existen para designar sus diferentes tipos... ¿Qué prefieren uds.? ¿Casa, mansión, chalet, palacio, choza, departamento, dúplex, loft, semipiso, monoambiente, o un iglú acaso? ¡Yo siempre quise vivir sobre los palafitos!



Imagen: Héctor García

27 de octubre de 2008

Arquitectura curva

Ya he hablado en este amable y desviado blog de arquitectura, así que a nadie debería sorprenderle que hoy vuelva a hacerlo. Pero esta vez tiene una vuelta de tuerca, digamos. Se trata de un edificio que aún no tiene ni sus cimientos puestos sobre la tierra y que referirá a un equipo de fútbol que no es precisamente el mío. Pero ya que tendrá formas curvas y que las palabras del arquitecto que lo ha diseñado han llamado mi atención, helo aquí.
Antes quisiera decir que siempre me ha interesado la arquitectura, al menos en el siguiente sentido: soy de esas personas que pueden detenerse ante la fachada de un edificio si éste les ha llamado la atención por la causa que fuera. Y en general, cuanto más antiguo y venerable el edificio más probable es que me detenga. También me llama poderosamente la atención la arquitectura humildemente colosal de algunas iglesias, catedrales, basílicas (hasta los nombres inspiran esa misma humilde 'colosidad). Días atrás, iba caminando por la calle Salguero y de pronto apareció una plazoleta curvada (qué tonta, no le saqué fotos!) y atrás una iglesia que jamás había visto. No tomé debida nota del nombre, pero espero volver pronto y anoticiarme de él. Días atrás también, pero menos días, iba caminando por la ciudad de las diagonales y gracias a este maldito/bendito cambio de huso horario, pasé cerca de la catedral platense en pleno día, cuando siempre suelo pasar por allí de noche y me impresionó, quizá como nunca antes, su imponente solidez, sus ladrillos ingleses, cómo se recortaba exacta, "como a cincel", contra el cielo...
Volviendo entonces a este edificio, debajo les dejo una imagen de lo que será, aquí la nota completa y aquí el párrafo que llamó mi atención esta noche:

El arquitecto Ott, que diseñó para Design Suites los hoteles de Ushuaia y El Calafate, dijo que en las líneas del hotel Boca está representado el acento porteño del club Boca Juniors. "Buenos Aires, en particular, tiene una arquitectura de fachadas entre medianeras donde encontramos líneas redondeadas muy sensuales, sensual como lo es América latina. Estos bloques de la fachada, con juegos de concavidad y convexidad, remiten por ejemplo a las líneas que vemos en las gambetas del fútbol de un Maradona, en los juegos de piernas de una pareja que baila tango, es decir, movimientos curvos, dinámicos, sensuales y que se continúan y son típicos de la cultura y la arquitectura rioplatense", explicó el célebre montevideano, y agregó que este edificio será de una dinámica aspiracional que se destacará del entorno, pero que, a su vez, lo integrará teniendo en cuenta que estará entre medianeras de casas bajas. "El concepto de planos curvos no sólo se transmitirá al frente y en el impacto que tendrá al nivel de la calle, sino que, manteniendo la morfología urbana, rematará con un techo curvo en metal perforado y un mástil que acentuará su identidad", agregó.

Y ahora no puedo dejar de preguntarme qué rayos es una "dinámica aspiracional" y en dónde corno se parece esto a una gambeta del barrilete cósmico pero bueno... los dejo con la inquietud. Ah, y yo soy de Independiente, qué tanto!

25 de octubre de 2008

Todo es conjura (¿o conjetura?)

Todavía azorada por el comentario de mi amigo D. (él siempre suele hacerme ese tipo de comentarios que me llenan de vergüenza y orgullo, que me dejan pensando pero que, como acabo de decirle en un mail, también me dan ganas de seguir posteando y de seguir con los objetivos que me he trazado para mi flota de blogs errantes), me puse a "revolver" mi cuenta de gmail (los bloggers cool tenemos cuenta en gmail!) donde esas maravillosas estrellitas doradas me recuerdan que en los mensajes así marcados hay material interesante para este y los demás blogs.
Primero me encontré con un excelente artículo de Nicholas Carr titulado "Is Google making us stupid?" (usease: "¿Google nos está volviendo estúpidos?") que vale la pena leer a pesar de su extensión. Aquí la versión original, aquí la traducción en el blog Adentro y Afuera. Es cierto que se lee más que nunca (otra cosa es qué se lee... y cómo...) y que de seguro las nuevas tecnologías están cambiando (y seguirán cambiando, me temo) nuestra manera de pensar, gracias también a la plasticidad de nuestro cerebro tal como allí se dice.
En mi caso particular, siempre me las he arreglado para leer como una desquiciada. Cuando iba a la facultad (estudiaba Letras, donde no se hace más que leer y leer y leer) me las arreglaba para leer no sólo los libros literarios (y los téoricos) para cada materia que cursaba sino que también me hacía un tiempito para "leer libros para mí". Sólo cuando se avecinaba un parcial o un final concedía en suspender esas lecturas no acádemicas. Siempre defendí y reservé un espacio para mi gozo personal, para leer lo que yo quisiera o creyera pertinente. En la actualidad no estoy cursando y en cambio estoy leyendo muchísimo y aún releyendo mucho más. No se trata sólo de mi semanal cacho de felicidad (léase, Fauna Abisal, donde he concretado al fin un proyecto que tuve durante muchos años en el freezer), sino de una necesidad imperiosa de volver a recorrer páginas que me cambiaron la vida o me alegraron sin tasa, en el convencimiento de que cada lectura y relectura es siempre diferente, precisamente porque nosotros cambiamos día a día, porque nuestro cerebro se reacomoda a nuevas emociones y situaciones y, por ende, no puede recibir del mismo modo algo que leímos diez o quince o veinte años atrás. Sería rídiculo -y tristísimo- que así lo hiciera.
Pero no siento, hasta ahora, como sostiene Carr, que Internet haya cambiado mi forma de leer, mucho menos mi forma de pensar. Y hace ya un año que tengo banda ancha, es decir, acceso continuo e ilimitado a este enorme manantial de conocimiento / estupidización o ambos (yo diría que ambos). Antes, cuando me conectaba por dial-up, lo hacía en horarios determinados y por un tiempo prefijado de antemano, por lo tanto el vagabundeo, tan similar al nervioso vuelo de las mariposas, para volver a citar mis insectos favoritos, la dispersión y la sensación de avasallamiento que a veces produce ese ir de aquí para allá, eran mucho menores, acotados, prácticamente controlados (o controlables). Ahora, en cambio, y en esto sí estoy de acuerdo con Carr, la dispersión y distracción es muy grande, y en general me cuesta bastante leer textos largos en pantalla. Pero nada me cuesta aún (¡por suerte!) leer una novela de 1000 páginas si me agrada y engancha (como lo hizo ese maravilloso mamotreto decimonónico y sentimental, La regenta, el último libro de esas dimensiones que he leido). Ruego a todos los dioses disponibles no perder esta capacidad, porque entonces creo que estaré perdida.
Quien sí me parece que está perdido es el autor del blog que comentaré brevemente a continuación. Está perdido en el mar de la conjura y de las teorías conspirativas que tanto agradan a las mentes de todos los tiempos. Literariamente creo que hay pocas cosas que funcionen mejor que ese tipo de tramas (y de allí el éxito del Código Da Vinci y de toda la estela de bazofias por el estilo que ha generado; los seguidores de Brownie y cía. se olvidan, o, mejor dicho, ignoran con total descaro que Umberto Eco ya había hablado de todo eso un millón de veces mejor en El péndulo de Foucault, pero vaya usted a convencer a un ñoño de su ñoñez!), pero llevarlas a la realidad -aun cuando de hecho esas y otras conjuras peores existan, lo cual es sencillamente escalofriante- me parece altamente peligroso. El sujeto que comanda este blog, que pretende (y cito textual) "denunciar a la ciencia física oficialista en manos del poder multimillonario religioso judío y judeocristiano protestante anglosajón y católico vaticanista, que con ideas y creencias falsas, fanáticas, truculentas, mentirosas estafadoras e imposibles, pretende elevar a la categoría de ciencia sus falsas creencias y dogmas basándose en las teorías físicas newtorrelativistas anglosajonas igualmente falsas, fantasiosas, erróneas e imposibles" está convencido de que el viaje a Luna ha sido un engaño y no ha existido jamás, que el calentamiento global no existe y todo lo riega con el mismo estilo plagado de invectivas, epítetos y adjetivos descalificativos al por mayor que uno no sabe si ponerse a reír a carcajadas o lamentarse por la locura del tipo. Pero ¿él está loco o los locos somos nosotros que sí creemos en el viaje a la Luna, en el calentamiento global y en la indubitable omnipresencia de Google como nuestro nuevo padre protector? (qué haremos el día que Google se desconecte como Hal 9000 me pregunto siempre...).
Como buena narradora que soy no doy respuestas sino que dejo flotando preguntas. Es, al menos, una de las cosas que me enseñó mi maestro.

22 de octubre de 2008

¿Se acuerdan del insecto palo? (y unas imágenes curvas más)

Como habrán visto no he podido retomar aún los posteos diarios como era mi intención, pero de cualquier modo aquí estoy. Y ya estoy escuchando a mi querido amigo D. diciéndome que me deje de joder y, sobre todo, que me deje de pedir disculpas y haga lo que se me venga la real gana de hacer. Probablemente tenga razón, en eso y en muchas otras cosas, pero he de confesar que no puedo evitar esta cosa 'culposa', y no tanto por sentir que decepciono a los seguidores o a los potenciales lectores de este blog, sino que me decepciono a mí misma, en tanto no logro mantener la frecuencia que me propuse para este rinconcito. ¡Y no por falta de material! Material tengo a patadas y en unos momentos pasaré a una demostración práctica de ello, y por si eso fuera poco, tengo propuestas de otros seguidores, en este caso de eleté, para hacer una suerte de debate o justa verbal entre este blog y mi querida fauna abisal. ¿Son, en efecto, como Jekyll y Hyde, curvas y fauna? Si así fuera no sé cuál es, todavía, la pócima que me permite transformarme en la entusiasta, apasionada y fervorosa militante de la literatura (sobre todo, de la del siglo XIX) que asoma sus galas y fastos orgullosa en fauna y que aquí ni pisa el umbral.
Y esta palabra, tan bella, me lleva automáticamente hacia dos extremos de un mismo mundo blogger: en una punta, mi primer blog oficial, el viejo rumiante, que hace algunos días borré del ciberespacio (y por eso no pongo el link) y que fuera fundado el mismo día que falleció uno de mis escritores de cabecera, Francisco Umbral (y con esto vuelvo a fauna, puesto que el primer libro reseñado fue uno de Umbral). ¿Las razones por las cuales lo borré? Muchas, pero lo que me decidió fue la inactividad de que el pobre era objeto y una serie de mensajes provenientes de México (al menos eso me pareció por los modismos) que reclamaban algo que jamás pude comprender qué era. Y aunque le respondí "personalmente" (es decir, por mail) a uno de los chilangos en cuestión, jamás me respondió y finalmente tomé la decisión cuando vi otro mensaje de ese tenor. Para qué mantener un blog que no había nacido bajo los mejores auspicios (y no lo digo por lo de Umbral, sino por otras cuestiones) y en el que de todos modos ya no iba a volver a escribir probablemente jamás...
En la otra punta está un blog que no he hecho público aún y que no sé cuándo lo haré, pero cuya idea es perorar y prosar y poemar acerca de las palabras y nada más. Dejarse llevar por su musicalidad, por lo que evocan o traen a las mientes antes que por su significado de diccionario. O reparar en su significado etimológico para darles nuevos matices... Y no cuento más, a ver si me roban la idea! (pero ¿hay algo que no se haya hecho ya? Hum...). Tampoco revelaré el nombre, pero ya se enterarán cuando decida largarlo a la cancha.
Bien, ahora no sé cómo llegué hasta aquí ni a qué iba... ¡ah, sí, ya recordé! ¿Se acuerdan del insecto palo? Aquí encontrarán al más largo hallado hasta el momento. Y ahora los dejo con algunas imágenes curvas que encontré en un sitio que frecuento mucho últimamente y que quizá haría mejor en frecuentar menos... No he conseguido la fuente original de estas imágenes. La página que frecuento con tanta malsana asiduidad es http://www.tagged.com/
Enjoy them!



15 de octubre de 2008

Balanceo y alineación (o retomando las curvas...)

Cada tanto este barco (entiéndase este blog y por contigüidad esta persona que lo ha pergeñado y lo escribe según le sale) pierde el rumbo. La brújula deja de marcar el norte, el sextante, el astrolabio y el catalejo pierden de pronto toda su utilidad porque lo único que se ve en cubierta es bruma (¿alguien vio la luna esta noche?). Bruma espesa. ¿El triángulo de Las Bermudas? Quizá. Quizá también algo aún peor. Ya ha pasado varias veces a lo largo de este año y calculo que aún seguirá pasando. Es como si el camino desapareciera debajo de mis ruedas (paso de un medio de locomoción marino a uno terrestre para hacer juego con el título, sepan comprender) y ya no supiera adónde ir. Del camino existencial, se comprende. Una suerte de confusión emocional (y hasta metafísica, en ocasiones) generalizada que sólo conduce, a pesar de la terapia psicoanalítica y la lectura de algunos libros que mi pudor literario me obliga a llamar "terapéuticos" para que no se confundan también con los chotérrimos libros de "autoayuda" (y pienso desarrollar mañana aquí a qué me refiero específicamente con 'libros terapéuticos' -aunque los que me conocen ya saben que puedo cambiar de idea a último momento!), que sólo conduce, decía, a pesar de todos mis esfuerzos, a la parálisis.
Y se para todo, menos el corazón, por suerte, pero se paran los corazones "suplementarios", es decir, la creación y la escritura, de las que éste y los demás blogs forman parte. Nada peor que un creativo bloqueado. Nada más feroz que un artista frustrado (gracias, mamá Erica). Nada más absurdo que un artista que se niega o se resiste a ocuparse de sus asuntos porque, para seguir con la metáfora naútica, ha perdido el rumbo o sus cartas de marear ya lo han mareado en demasía. Todo el sistema, todos sus tejidos, todas sus células entonces sufren la calamidad de no estar creando. Poco, mucho, no importa. Lo que importa es que su máquina creativa debe estar siempre encendida como esas computadoras que ofician de "servidores" y no pueden apagarse jamás, so pena de dejarnos, por ejemplo, sin nuestro adorado dios omnímodo y omnipresente Google.
No, hoy no los aburriré con otra alerta googliana (me las reservo para el resto de la semana). Hoy quiero, en este punto de reacomodación, a ver si logro volver al posteo diario para poner definitivamente en marcha la máquina de la creación, acercarles algunas reflexiones de Carolina Aguirre. ¿Quién? se preguntarán muchos, especialmente quienes no sean bloggers o no frecuenten demasiado el mondo blog. Aguirre tiene uno de los mejores blogs que yo he visto en mi corta existencia blogueril y tan es así que el dicho blog, Bestiaria, ya ha llegado al libro. Lo que quiero rescatar son algunas reflexiones que dejó caer en la presentación en El Ateneo del susodicho libro, vía otro excelente blog, Hablando del asunto.
La pregunta del millón era, claro, qué hace que un blog sea exitoso (es decir, que sea tan popular como para que una editorial le eche el ojo y esté dispuesta a editarlo en formato libro). Aquí, lo más jugoso que dijo Carolina (no la conozco ni nada, pero queda re-bien citar a alguien, y más a un "colega", por el nombre!):

"(...) esto es lo que yo creo: un blog debe tener una idea y debe ceñirse a esa idea, no funciona con “miscelánea de Paulita” y poner un poco de todo “un beso mamá que hoy es tu cumpleaños” y una foto de la madre. Yo creo que ese tipo de cosas no funciona. Creo que tiene que ser una idea concreta, muy puntual y el blog tiene comunicar esa idea. Debe ser navegable, tiene que ser cómodo."

"Esto a mi me pasa mucho ahora. La gente trata de mandarme su blog y la gente no quiere laburar. Esa es la verdad. El noventa por ciento de la gente que me escribe no quiere laburar. Yo estoy muy podrida de esto. Si alguno está pensando en mandarme su blog en el que tiene tres entradas en dieciocho meses y no hace nada, por favor que lo evite, gracias."


"Muchísimo trabajo, por eso tiene que ser algo que a uno lo obsesione, ¿no? Que a uno lo obsesione y que lo esté pensando todo el día. Quiero decir: uno se puede poner a escribir sobre algo que existe un nicho o que es algo que está bueno porque nadie habló de eso hasta el momento. Pero tiene que ser algo que te obsesione a niveles patológicos. O sea, que vos estés todo el día pensando."

"Hay que encontrar una forma de escribir en Internet. Escribir en Internet no es lo mismo que escribir en papel. Es mucho más parecido a escribir en tele o en cine por ejemplo, la estructura que se arma. Cuando vos escribís en Internet tenés adentro ya el lector, vos sabés que el lector existe y lo tenés en cuenta. Cuando vos escribís literatura escribís solo en tu despacho y ese otro no existe. Entonces vos únicamente escribís algo que te parece bien o que funciona. En el blog el lector es un referente permanente. Vos estás viendo todo el tiempo cómo va a leer eso el lector, cómo lo va a recibir, en dónde tengo que meter tal palabra o en dónde tengo que meter un espacio o en dónde tengo que hacer una pausa o en dónde tiene que ir el mejor plot point, por decirlo de alguna forma. Esa forma de escribir en Internet es lo que hace, para mí, la gran diferencia."

8 de octubre de 2008

Las curvas de Junín

El fin de semana pasado estuve en la bonaerense ciudad de Junín, gracias al acto de premiación del concurso literario JunínPaís 2008. Como ya he opinado en otro lado acerca de la premiación en sí, aquí sólo quiero apuntar algunas impresiones y compartir con uds. dos fotitos con curvas, como para no perder la costumbre de este blog y sus puntos cardinales.
Me maravilló visitar una ciudad sin edificios de altura considerable (sólo vi uno, imponente) y ¡sin colectivos de línea! El domingo, cuando fui a almorzar, tomé verdadera conciencia de este hecho. Al pagar mi cuenta el mozo me dio 2 (sí, DOS) monedas de un peso con la misma naturalidad con que un mozo porteño entrega un billete de dos pesos. Atesoré dichas (y codiciadas aquí) monedas más que todo el dinero que había llevado para la excursión! Si alguien quería una prueba de la alienación a la que nos someten las grandes urbes, aquí la tiene.
Me maravilló también la tranquilidad que se respiraba allí. La paz. La calma. ¡La sagrada hora de la siesta! En vano busqué un kiosko donde comprar una coca zero a las tres y media de la tarde. El conserje del hotel me dijo: "kiosko por acá hay, el problema es la hora". En efecto, así era.
¡Y la absoluta despreocupación del domingo a la mañana! Estamos tan desquiciados que yo ya me había olvidado que la gente los domingos a la mañana suele comprar el diario y leerlo, y que muchos prefieren hacerlo en un bar, desayunando unas ricas medialunas dulces... ¡Ah, la bucólica paz de las ciudades agropecuarias de nuestra pampa! ¡Ni siquiera la sojización puede con ellas!
¡Y ese cielo libre de smog! ¡Libre de cables, de balcones, de salientes, de carteles! Ahora comprendo lo que se quiere decir con "contaminación visual"!
En fin, una experiencia positiva, una bocanada de diafanidad y serenidad, a pesar del trago amargo del premio. Los dejo con las fotos.

Junín, centro


Junín, iglesia (frente a la plaza 25 de Mayo)

1 de octubre de 2008

El ojo biónico (y curvo)

Por diferentes razones, la más importante de todas de ellas la pereza (o vagancia o fiaca o el arltiano squenun), he dejado de postear en los últimos días, no sin cierto pesar, puesto que la gimnasia de postear diariamente es muy buena, incluso cuando no se me ocurre qué corno poner y recurro a las alertas googletianas sin más. Como me dijo un amigo hace algunos días, tal vez debería permitirme muchos más desvíos por aquí y no hinchar tanto con las alertas. Lo estoy meditando (en el fondo sé que tiene razón, pero mi obstinado ascendente en Tauro me impide reconocerlo de buenas a primeras y entonces recurro a frases como "lo estoy meditando").
En cualquier caso, ha comenzado un nuevo mes y como cualquier excusa, en verdad, es buena para al menos escribir unas pocas líneas, aquí los dejo con esta noticia que probablemente hayan leído ya (si son personas que gustan de mantenerse informadas; por mi parte he de decirles que celebro cada vez mi voluntad absoluta de permanecer lo más desinformada -que es casi lo mismo que 'deformada'- posible por los actuales medios de comunicación, en especial los argentinos). Se trata de una cámara que imita al ojo humano y que los redactores de esta nota llamaron, muy originalmente, "el ojo de Terminator". Yo, deschavando groseramente mi edad, titulé este post como "el ojo biónico", porque me encantaban aquellas dos series... "El hombre biónico" y "La mujer biónica" (especialmente esta última). Todavía recuerdo la musiquita que acompañaba los fabulosos movimientos y poderes de ambos... Y ahora me pregunto, ¿a quién no le gustaría tener superpoderes? Yo me anoto con el lazo de la Mujer Maravilla, ya que estamos!

El ojo de Terminator

Cristina de Martos
MADRID.- Una cámara con forma de globo ocular con una pupila roja. Esa es la imagen que tenemos grabada en la retina del conocido personaje interpretado por Arnold Schwarzenegger en Terminator. Algo parecido es lo que han inventado ahora un equipo de científicos de las universidades de Illinois y Northwestern. El primer paso, apuntan, hacia el ojo biónico y la retina artificial.
La naturaleza es sabia. Los sistemas de visión de la mayor parte de los animales tienen una disposición curva, que reduce enormemente la distorsión de las imágenes. Los inventos humanos, como las cámaras fotográficas o de vídeo, se basan, por el contrario, en mecanismos planos lo que obliga a crear complejos sistemas para lograr una imagen lo más nítida posible, sin aberraciones.
Lo que estos investigadores presentan en la revista 'Nature' es, precisamente, la tecnología que permite saltar de un receptor plano a uno curvo. Se trata de un hito de la electrónica que ha roto la barrera de las dos dimensiones. La primera demostración de su uso es un impactante ojo biónico.
Para fabricarlo, los investigadores cogieron una matriz de detectores interconectados entre sí y dispuestos sobre silicio, lo que se denomina 'wafer' (en inglés, barquillo) por su parecido con este dulce. El primer paso fue crear una membrana de goma con forma hemisférica y estirarla hasta lograr que se aplanara completamente. Entonces, extrajeron los detectores de su soporte y los dispusieron sobre la membrana.
Al liberar la tensión que mantenía la goma plana, ésta retomó su forma hemisférica primitiva y los detectores se desplazaron para acoplarse a la nueva disposición. Después añadieron una lente y todo se introdujo en una estructura de cristal con forma de globo ocular. La cámara resultante debe conectarse a los dispositivos electrónicos externos para que funcione.
"Hemos construido, por primera vez en la historia, cámaras que van más allá de la limitación de las dos dimensiones que supone la tecnología de semiconductores tipo 'wafer' [finas obleas fabricadas en materiales como el cristal de silicio empleadas en la construcción de circuitos, etc.]", ha explicado a elmundo.es John Rogers, profesor de Ciencia de Materiales e Ingeniaría en Illinois.
Rogers, director del trabajo, afirma que "su sistema de ojo electrónico, que posee el tamaño y la forma de uno humano, representa un avance fundamental en los sistemas de imagen digitales, con resultados que superan los obtenidos con dispositivos bidimensionales u ópticos de bajo precio".
La idea de extraer componentes electrónicos planos de la superficie de un semiconductor rígido y trasladarlos a un soporte curvo es toda una revolución en este campo. Las posibilidades que se disponen en el horizonte, infinitas.
"Este trabajo es un paso hacia adelante en el campo de la biónica y la visión artificial. Los autores presentan una técnica optoelectrónica [unión entre óptica y electrónica] novedosa que abrirá nuevas vías de investigación y permitirá la construcción de sensores con formas curvilíneas complejas, y que podrán ser utilizados en diversos ámbitos, entre los que destaca el desarrollo de una retina artificial que algún día pueda devolver la vista a pacientes con determinados tipos de ceguera", ha declarado a este medio José Manuel Carmena, profesor del departamento de ingeniería eléctrica y ciencias informáticas de la Universidad de California, Berkeley.
De momento, Rogers y sus colegas están dedicando gran parte de su investigación a la aplicación de sus hallazgos en la medicina, donde cree que ganará una gran relevancia. "Estamos colaborando, por ejemplo, en la integración de estos sistemas electrónicos en la superficie del cerebro o del corazón, tanto para monitorizar sus funciones como con fines terapéuticos", según ha explicado Rogers.

Pueden ver la nota completa (con fotos del ojo en cuestión), aquí.
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